Después de unos 4 meses desde mi último maratón, tocaba ponerse otra vez el "traje de faena" para correr por esas calles de Milán, que tanto se habían hecho esperar.
Ese maratón era especial por diferentes razones:
- Se había anulado en el año 2020 y 2021 a causa del Covid y por fin, después de dos años, se podía celebrar la prueba.
- Iba a ser el último maratón en el que había hecho un entrenamiento específico para bajar de las 3 horas.
- Podía estar en una ciudad, en la que ya había estado de paso años atrás, pero que no había tenido tiempo a visitar.
La llegada a la ciudad fue el sábado por la mañana, en un día frío, pero soleado y sin viento. Ideal para correr. Después de recoger el dorsal, una buena dosis de pasta, en el paraíso de los hidratos de carbono, y un paseo por una de las pocas atracciones turísticas de la ciudad: la zona centro, con la catedral y la Galleria Vittorio Emanuele II.
Y por fin empieza la carrera. En mi cabeza sabía que los entrenos no habían salido para bajar de las 3h, pero había que intentarlo. Los primeros km transcurrieron sin dificultad, al ritmo previsto de 4'10" y con Paco que se había ido hacia delante. Aproximadamente en el km 13 pude alcanzarlo. Él ya había bajado un poco el ritmo. Yo seguía a lo mío. Cada km que pasó a partir de entonces costaba más que el anterior. Al paso de la media maratón, con un tiempo de 1h30'00", y con las liebres de sub 3h que me acababan de pasar, fui consciente de que ese tampoco iba a ser el día para bajar de las 3h. A partir de ahí empezó otra carrera para mí. Me olvidé del GPS y me limité a disfrutar de la carrera, todo lo que se puede disfrutar cuando estás corriendo 42 km. El tiempo iba pasando y yo cada vez iba más lento, pero eso ya no importaba. Pasado el km 36 me adelantaron las liebres de 3h10'. Cada vez costaba más llevar un ritmo decente, pero mirando el reloj, sabía que por lo menos bajaría de 3h 15'. Y así fue, sin mas historia, sorteando alguna sorpresa más en forma de cuesta o adoquines, que crucé el arco de meta en 3h 13'46".
Después de la carrera, una buena comida en la zona centro, y como las "patitas" respondían, un poco más de turismo. Primero al cementerio monumental, digno de ver, y en el que puedes estar perfectamente 1h o más.
A continuación, en un paseo de media hora, llegas al castillo Sforzesco, una fortaleza construida en el parque Sempione. Nos limitamos a cruzarla, ya que no íbamos muy bien de tiempo.
Y eso fue todo. Ya con el tiempo justo, de vuelta al hotel a recoger el equipaje, y al aeropuerto que está aproximadamente a una hora en autocar desde el centro. De todas maneras, no hay mucho más por ver en la ciudad.
Ya han pasado dos meses desde la carrera, y el planteamiento que había hecho antes de la prueba, lo mantengo a día de hoy. Se acabó lo de intentar bajar mis mejores marcas en todas las distancias. Ese ya no será un objetivo. A partir de ahora (desde abril) seguiré entrenando a tope, pero sin seguir un plan de entreno rígido. En las carreras iré lo más rápido que pueda en ese momento, pero sin presión. Si un día no me apetece, pues no saldré a entrenar. Si me encuentro bien, pues iré más rápido...y todavía quedan muchos km por recorrer, muchas carreras para disfrutar y muchos lugares por descubrir!!!