domingo, 30 de noviembre de 2014

O sole mío!!!! Venecia y Florencia

Estas dos bellas ciudades italianas las visitamos en años diferentes, pero por la misma época. Pudimos aprovechar la oportunidad que casi cada año nos brinda en forma de puente Santa Eulalia, patrona de Pallejà, para poder viajar.

Venecia

Es una de mis ciudades predilectas. Dicen que lo mejor es llegar por agua, para encontrarte la impactante silueta del lugar, flotando sobre la laguna. 



En nuestro caso, sustituimos el romanticismo por la funcionalidad, así que optamos por coger el bus que sale del aeropuerto y que te deja a las puertas de la ciudad vieja, que no es transitable con vehículo rodado. Nuestro hotel estaba a escasos 100 metros de la parada.

Vistas desde la habitación del hotel


A mi siempre me gusta planificar los viajes con antelación, y éste no fue una excepción, pero hay que decir, que lo mejor de la ciudad es simplemente recorrerla, sin rumbo fijo, e ir encontrando las diferentes plazas, canales, puentes, iglesias, edificios...mientras vas paseando.
Hay épocas del año en que parte del casco histórico se inunda y ponen unas pasarelas para que puedas desplazarte. No fue nuestro caso.
La otra manera que tienes para visitar la ciudad de manera económica, es coger el vaporetto. Se trata de un autobús acuático que navega por toda la ciudad, y que conecta con las otras islas cercanas. Os dejo información de tarifas, horarios, trayectos...


También se puede hacer un tour en góndola, pero es muy caro (80 e aproximadamente una góndola. Si la compartes, te sale más económico).



Os propongo una serie de ideas para disfrutar de la ciudad al máximo.

- Los lugares más emblemáticos de la ciudad son: la plaza de San Marcos, el Palacio Ducal, la Basílica de San Marcos, el puente Rialto, el Gran Canal (las líneas 1 y 2 del vaporetto lo recorren) y si os gusta la arquitectura religiosa, también se pueden visitar San Giorgio Maggiore, San Giovanni e Paolo y Santa Maria Dei Frari.




- Recorred las calles y canales que van cruzando la ciudad. Os podéis llevar sorpresas agradables, como esta tienda de objetos de todo tipo, hechos con madera (taller de Livio di Marchi).


- Si queréis cenar barato, y no os importa comer en cualquier lugar de la calle (aunque tengo entendido que no se puede hacer), acercaos a alguna de las pizzerias que venden porciones bastante grandes a buen precio. Se llaman pizza al taglio. Uno de los sitios más conocidos, y doy fe que tienen unas pizzas buenísimas, es Pizza al Volo, situado en la plaza de Sta Margherita (en italiano plaza es campo).


Y, por supuesto, no dejéis de probar sus espectaculares y deliciosos helados.


- Existen islas cercanas a las que se puede acceder con el Vaporetto. Si tenéis que elegir, os recomiendo la isla de Burano, que está a unos 45 minutos (Murano es donde se fabrica el famoso cristal). Parece la isla de Venecia en miniatura, pero con mucho más color. Pasear por sus calles te transporta a otro mundo. Tiene hasta su propia torre inclinada.



- Para acabar, decir que supongo que en cualquier época del año tiene su encanto, pero si tenéis la oportunidad de ir durante la celebración de los carnavales, os quedaréis asombrados. El tipo de disfraz es diferente al que estamos acostumbrados a ver aquí. Allí pasean con sus costosos y espectaculares vestidos, posando gustosamente para los turistas. 




















Lo difícil es hacer la foto sin que se cruce nadie por medio.


Florencia

Si os gusta el arte, este es vuestro lugar. Además de los numerosos museos que puedes visitar, la ciudad en si, es un museo. Tienes que caminar con cuidado para no tropezarte, pues cada vez que giras, o coges una calle nueva, seguramente te distraerás contemplando una escultura, un edificio o algún adorno, que captará tu atención. Pero vamos por partes. ¿Qué podemos hacer en Florencia?






- Lo primero es tener un buen plano de la ciudad y dividir el recorrido por zonas, para no perderse nada. El tipo de arquitectura no lo he visto nunca en otras ciudades. Creo que mencionar todo lo que se puede hacer tendría que ocupar un libro de varias páginas, más que una entrada de blog, así que, esta vez, os dejo unos enlaces interesantes que hablan de la ciudad y, lo que haré yo, es dar unos consejos o recomendaciones que pueden resultar útiles.








Recomendaciones:

- Busca un hotel céntrico. Aunque te gastes un poco más, después podrás hacer la mayoría de visitas importantes a pie.
- Hay personas que suben al Campanile de Giotto y otras a la Catedral, para tener unas buenas vistas de Florencia. Aunque subir los 463 escalones resulta pesado, tienes que esperar bastante para entrar e incluso en algunos tramos es claustrofóbico, recomiendo hacer la visita de la Catedral. El simple hecho de poder contemplar la espectacular cúpula pintada por Bruneleschi, es un privilegio.


Y ya que estáis en la plaza del Duomo, no dejar de ver la sensacional puerta del paraíso, que tardó más de 20 años en acabarse.



- Si te quieres ahorrar largas esperas en las colas de dos de los principales museos de la ciudad (Galeria Uffizi y Galeria de la Accademia), compra tus entradas con reserva previa por internet. Cuando fuimos nosotros, entramos en apenas 20 minutos en cada uno de los museos. En el de la Accademia, la cola para comprar la entrada llegaba al final de la calle. Pagas 4 euros más, pero merece la pena.





El año que fui a la Academia, no dejaban fotografiar al David de Miguel Ángel (aunque lo hicimos). Resulta impresionante verlo en directo.



- El ponte Vecchio, es uno de los lugares más visitados de la ciudad. Existen diferentes perspectivas desde donde puedes tomar una buena fotografía (incluso desde dentro de la Galeria Ufizzi). Pero los dos mejores lugares son, en mi opinión, desde la plazza Michelangelo, y así de paso puedes tener las mejores vistas de la ciudad, y desde el puente Alle Grazzie (sobretodo al atardecer).



- Y ya que hablamos de la Plazza Michelangelo, os recomiendo hacer un recorrido de arriba abajo, es decir, subir con el bus a la parte más alta, para no cansarte en exceso y después bajar dando un paseo hasta el centro de la ciudad (te encontrarás una reproducción del David de Miguel Ángel a tamaño natural).



- Si quieres desconectar un poco, visita los jardines de Boboli. Parece que estás en otro lugar.




- Un buen lugar para descansar, mientras contemplas estatuas impresionantes y gente paseando, es en la Piazza della Signoria. En la Loggia dei Lanzi, si encuentras un sitio libre, puedes protegerte del sol o la lluvia. Pero no se te ocurra comer allí, o alguno de los voluntarios que por allí pasean, te echará la bronca.





- Florencia es un lugar caro para comer, así que ves preparando la cartera si no quieres comer pizza todos los días. Recomiendo que probéis el helado también aquí. Cerca de la Piazza del Duomo hay varias heladerías.

- Si vas a estar unos cuantos días por esas tierras, recomiendo coger un tren que sale de la estación de Santa Maria Novella en dirección a Pisa. En una hora más o menos llegas. De la estación al campo dei Mirácoli, hay una media hora dando un paseo, por una calle bastante entretenida (con bares para poder comer).




Maratón de Venecia

Como no la he corrido, que mejor que la opinión que han dejado algunos runners, en diferentes crónicas.

"Te llevan en bus a unos 30 km de Venecia. Donde tiene lugar la salida. Vuelves a Venecia por una carretera que pasa por diversos pueblos con mucha animación. En el 30 pasa un puente que te lleva directamente a la isla. Se entra a Venecia por la parte más fea la portuaria, después apareces en el gran canal. Tienes que subir (y bajar) 13 puentes tendidos sobre los canales para no tener que subir escaleras y un gran puente que atraviesa el gran canal y lo montan sólo para la ocasión, pasa cerca de San Marcos y llegas al final donde hay un gran parque. La vuelta al hotel en vaporeto es vaporosa y maravillosa.  Recomendable."

A finales de octubre de corre el maratón de Venecia, maratón único que discurre por una ciudad única, se cruzan 13 puentes. Parte de la localidad  de Stra, a 30 km del centro de Venecia, se va cruzando pueblos muy animados, siguiendo el curso del río Brenta, donde se pueden admirar numerosas mansiones de verano muy antiguas de los nobles venecianos,  hasta entrar por la zona portuaria y acto seguido se llega al “Gran Canal”,   historia y  deporte a flor de piel.



Maratón de Florencia


Buena feria y buena camiseta técnica de diseño con manga larga.
Maratón bien organizada, con un día soleado de temperatura y ambiente ideal, de esos que invitan a correr. Un recorrido plano. Incluso en bajada hasta el 5. Pasando por las zonas más bonitas y preincipales con un recorrido ameno. La salida un poco estrecha y junto con la llegada un poco alejada de zona de guardarropa, malo para un día lluvioso. Pavés en algunas zonas. Pero de buen correr.
Mi maratón siguiendo el patrón de casi siempre. Paso la media alrededor de 1:30 y luego aguanto como puedo sin llegar a pasarlo mal. Sin demasiadas preocupaciones y disfrutando la maratón hasta su último metro. Al final 3:08. Ya para mi todo un record.
Si quisiera resumir la maratón en una sola palabra diría: arte.




domingo, 16 de noviembre de 2014

Corriendo por tierras Vascas

Hasta en cuatro ocasiones he estado por estas bonitas tierras del norte. En tres de ellas ha sido para correr, así que, esta vez, quiero centrarme en las carreras en las que participé y explicar un poco lo que se puede hacer si te inscribes en alguna de ellas. Antes de nada, os dejo un enlace para que podáis ver el trailer de la película de éxito española, Ocho apellidos vascos, que transcurre la mayor parte del tiempo, en las Vascongadas (os la recomiendo).



Maratón de San Sebastián

Esa carrera marcó un antes y un después en mis tiempos de maratón. Fue la primera de las maratones en la que hice un entrenamiento específico, que me sirvió para pasar de 3h 45´ en Valencia, a 3h 21'50".
La llegada a San Sebastián fue por aire y la recuerdo como uno de los peores aterrizajes que he vivido. El aeropuerto está en una zona donde suelen haber fuertes vientos, y eso se tradujo en sacudidas constantes del avión. Cinco minutos más dentro del aparato, y habría pasado algo muy desagradable.
Una vez en tierra, tomamos un autobús que nos dejaba cerca del centro y, después de recoger el dorsal y comer, cogimos un taxi que, por un módico precio, nos llevo al hotel situado en el monte Igueldo. En esta zona no hay muchas distracciones, así que si buscas tranquilidad, este es tu sitio. Sí hay que mencionar que en la cima de este lugar, hay un parque de atracciones y que, en la base de la montaña, podemos encontrar la famosa escultura de Chillida "El peine del Viento".


La tarde del sábado la dedicamos a pasear por el centro, por el casco viejo de la ciudad y a probar alguno de los pinchos que ofrecían, en uno de los innumerables locales de la zona.


El paseo continuó, ya únicamente alumbrados por la luz de las farolas, por la playa de la Concha. 
Si venís a esta ciudad para hacer turismo, encontraréis muchos bares y restaurantes para comer, pero si vais a correr el maratón, como era nuestro caso, y buscas un sitio para comer pasta, lo tienes muy difícil. Apenas hay restaurantes italianos o pizzerías. Después de estar deambulando de noche por la ciudad un buen rato, llegamos a la conclusión que es importante, en estos casos, reservar con antelación. Al final tuvimos que comer en un restaurante, con una comida de dudosa calidad.
La mañana de la carrera nos encontramos un ambiente gélido (sensación térmica de unos cinco grados), viento constante y lluvia fina. Desde el primer momento, pudimos comprobar que sería una carrera épica. Víctor e Ibán (con "b" porque lo escribe en vasco) se destacaron desde el principio, mientras que yo salí con un ritmo prudente para intentar hacer 3h 30'. A los 5 km de carrera, empecé a notar que el cuerpo me pedía un poco más de velocidad así que, aceleré un poco. 
Los km iban pasando, pero la sensación de frío en el cuerpo continuaba, acentuada por el viento en contra, acariciando la piel mojada. Durante el recorrido, prácticamente llano, te cruzas con los corredores que van por delante y por detrás tuyo. De esta manera, pude apreciar que tanto Víctor como Ibán, llevaban un ritmo para bajar de 3h 15'. Los km seguían cayendo y la pesadez en las piernas aumentaba pero, por suerte, no apareció el "tío del mazo" en el km 35 para estropear la carrera así que, decidí acelerar un poco más. Cuando estaba a punto de llegar al km 41, y sin esperarlo, encontré a Ibán, que no había podido mantener el ritmo y estaba sufriendo para poder acabar (al final 3h 23'). Yo seguí a lo mío, volando el último km. La entrada al estadio de Anoeta, donde acababa la prueba, fue espectacular. Tantas y tantas horas de entrenamiento habían dado su recompensa.
Lo siguiente que recuerdo después de cruzar la meta es que empecé a temblar de frío. Me cambié, me tomé una infusión caliente y no había manera de entrar en calor. Por suerte, unos amigos de Víctor (que por cierto acabó en 3h 11') nos trajeron un caldo que me supo a gloria.


Después de comer, optamos por quedarnos en el hotel a descansar, ya que el cuerpo lo pedía, y nuestro avión salía al día siguiente, por la mañana.

Maratón de Bilbao

Por suerte, esta vez, el aeropuerto de Bilbao no hizo honor a su fama de "difícil" y  el aterrizaje fue tranquilo. En esta ocasión se unió al grupo de tres, Goyo.
El maratón de Bilbao se corre por la noche (único en Europa). Por esta razón tuvimos la sensación de entrar en un mundo un tanto desconocido y, por lo tanto, los rituales de carrera deberían ser diferentes. El sábado por la mañana fuimos a recoger el dorsal y nos dimos un paseo por algunos puntos de la ciudad. 




No es un lugar que destaque por su monumentalidad. Después de comer decidimos ir al hotel a descansar. Ya por la tarde, una merienda ligera, y nos dirigimos hacia la salida.
Por no sé que motivo, el inicio de la carrera se demoró unos minutos, cosa que nos hizo coger un poco de frío. Las sensaciones de los km iniciales fueron muy buenas. Contrariamente a lo que esperaba, yo encabezaba el grupo de cuatro, mientras que Iban, Víctor y Goyo se quedaban atrás. Cuando estábamos aproximadamente a mitad de carrera, Víctor que venía con un buen ritmo, me alcanzó y me comentó que Ibán no estaba muy fino. Fuimos un rato juntos, pero viendo que no me sentía cómodo tan rápido, aminoré el ritmo y el siguió adelante.


El maratón de Bilbao se hace bastante aburrido en algunos tramos. Es un circuito de unos 21 km al que se dan dos vueltas. Cuando entrabas al centro había gente animando, pero cuando te alejabas a la zona industrial, no había nadie. Suerte de la afición propia que llevábamos. A medida que avanzaba la noche, disminuía el número de personas que miraba la carrera y aumentaba la sensación de frío y de cansancio. 
Una cosa curiosa me pasó en este maratón. Un corredor vasco empezó a hablar conmigo y a contar "batallitas" de otras carreras en las que había participado (no se me hizo pesado). Empezamos a conversar y sin darnos cuenta, los km iban cayendo. Lo menciono, porque del km 35 a la meta, la verdad es que me ayudó bastante a mantener el ritmo, o por lo menos, a no parar. Tenía las piernas agarrotadas y una sensación de ir sin combustible importante. Gracias a él pude entrar en meta con un tiempo real de 3h 26´(el oficial siempre varía unos minutos dependiendo de donde te coloques en la salida).
Ya en la meta, pude comprobar que Goyo e Ibán no lo habían pasado bien e hicieron tiempos que no son habituales en ellos. Víctor entró casi 10 minutos antes que yo a la línea de llegada.


La vuelta al hotel se nos hizo interminable, y eso que estaba a penas a dos km. No quiero dejar de mencionar el reconstituyente caldo que nos trajeron de nuevo los amigos de Víctor de Bilbao.
Después de un buen descanso nocturno, dedicamos la mañana a visitar el museo Guggenheim. No es el tipo de arte que más me gusta, pero tenía ganas de verlo. Goyo fue más madrugador y realizó la visita del, hoy ya desaparecido, San Mamés (estadio de fútbol del Athletic de Bilbao).



Y para comer, fuimos hasta la zona céntrica conocida como "Las siete calles". Allí acabamos de reponer nuestras fuerzas, a base de pinchos y zuritos (cerveza servida en vasos pequeños).



Behobia-San Sebastián

Una de las carreras más importantes del calendario nacional, que este año cumplía sus bodas de oro. Todo el mundo hablaba maravillas de esta carrera, y pude comprobar in situ que estaban en lo cierto.
La preparación para esta prueba había empezado también meses antes. Ante la avalancha de solicitudes de dorsal, no siempre tienes garantizada la inscripción, así que optamos por reservar a través de una agencia que nos ofrecía el hotel, más el traslado a la salida (a 20 km de San Sebastián), más el dorsal asegurado.
Esta vez, la llegada a la ciudad fue en coche y el viernes por la noche, así que tuvimos el tiempo justo para hacer la entrada al hotel y acercarnos al centro para cenar unos pinchos en uno de tantos locales que hay en la zona centro.


La mañana del día siguiente tocó ir hasta la feria del corredor a buscar los dorsales y, de paso, sacarnos algunas fotos con atletas nacionales de élite que estaban por allí.


Isabel Macías y Vanessa Veiga

Julio Rey


Después de eso, un paseo hasta llegar al centro, pasando por bellos lugares como la catedral.


Para comer, descubrimos una sidrería, en una calle paralela al paseo de la Concha. El menú, que incluía barra libre de sidra, estaba delicioso.




Y para bajar todo eso, que mejor que un paseo por la playa de la Concha.



Después de otro paseo por el centro y de realizar algunas compras, nos fuimos al hotel a descansar. Cenamos también en el hotel.
El día de la carrera amaneció con unas condiciones óptimas para correr: nublado y con unos 10 grados de temperatura.


El autocar nos llevó hasta la salida y ya pudimos apreciar que esa carrera era diferente. Todo estaba cuidado al detalle: decenas de lavabos para los corredores, café gratuito, cajones de salidas según las marcas y, decenas de personas que se habían concentrado allí para animar a los corredores, entre otras cosas.


Y empezó la carrera. Víctor salió como una flecha, mientras que Goyo, aún no recuperado de una larga lesión, salió más lento. Yo empecé conservador, debido al desconocimiento de una prueba que, a priori, tenía que resultar bastante dura. Los km pasaban y, la verdad, es que los disfruté en cada momento. Supongo que el pensar que las subidas serían con más pendiente, me hizo ir guardando siempre un poco. Sin dudarlo, es la carrera donde más gente animando te encuentras, sobretodo a la entrada y salida de los pueblos.


Después del último alto, en el km 17 aproximadamente, todo fue coser y cantar. Los centenares de personas que se agolpaban en los laterales de las calles animando, te llevaban en volandas. La entrada a meta superó mis expectativas iniciales con creces, ya que pude bajar de la 1h 27', y sin esforzarme al máximo.



La zona de llegada ofrece muchos servicios al corredor. 
Después de ducharnos en el hotel, quedamos con los amigos de Bilbao (esta vez sin caldo) para comer.


Casualidades de la vida, lo hicimos en el mismo restaurante en el que habíamos comido seis años atrás. Ya por la tarde, regresamos a casa.

Como ya dije al principio, hubo una ocasión en la que también fui a Vitoria a conocer la ciudad (sin correr). Os dejo el enlace de la entrada donde hablé brevemente de esta ciudad.