domingo, 27 de abril de 2025

Media maratón de Montpellier

Pues otra vez estábamos Goyo y yo en busca de otra experiencia runner en forma de media maratón. El destino elegido, el vecino país galo.


Al estar relativamente cerca optamos por ir en coche, así también podríamos hacer alguna visita a los pueblos cercanos, y es que una media maratón te da mucho más tiempo para el turismo.
Llegamos a mediodía a causa de una retención en la autopista, así que buscamos un sitio para comer, y acto seguido a por el dorsal. Fue aquí donde nos dimos cuenta por primera vez, que en Monpellier le ponen más ganas y entusiasmo que coherencia a la hora de organizar carreras.

Llegar hasta el lugar donde repartían los dorsales fue toda una aventura. Habían organizado un maratón por equipos el sábado y la llegada era justo donde estaba la entrada al recinto donde teníamos que pasar. Todo estaba cortado con vallas y no había manera de acceder. Dimos varias vueltas e hicimos una gran cola hasta que después de unos 20-30 minutos, pudimos pasar.
No era la típica feria del corredor. Solo había algunos stands y ya está. Curioso el hecho de paralizar la ciudad dos días consecutivos en unas pruebas deportivas.
Ya por la tarde nos dedicamos a recorrer Montpellier. Pudimos ver los lugares más turísticos: la plaza de la comedia, la promenade Peyrou, la catedral de Saint Pierre, el arco de triunfo y el casco histórico.



Por la noche carga de hidratos en un restaurante italiano, en el peculiar barrio de antígona...y al hotel a descansar.




La carrera

El día amaneció lluvioso. La salida estaba a poco más de 1 km del hotel, así que llegamos enseguida. Una vez dejada la mochila nos dirigimos al inicio de la carrera, y otra vez el caos. Gente y más gente intentando llegar a la salida por pasos estrechos. Llegamos justo cuando íbamos a salir. Y desde aquí, todo una auténtica aventura hasta la meta.



Empieza la carrera. El primer km es cuesta abajo, entre adoquines y baldosas resbaladizas y sorteando los railes de las vías del tranvía y los socabones del suelo, así que el objetivo no es coger ritmo, es no matarse. Y a partir de aquí, te olvidas de los ritmos de carrera y empiezas a correr, como dice mi amigo Rafa, sobre la marcha, ya que te encuentras duros repechos, giros inesperados, bajadas locas, cambios de terreno (asfalto, tierra, caminos en mal estado, pivotes, bordillos...). De esta manera empiezo a correr en ritmos entre 4'30" y 4'45", pero tampoco me importa mucho la marca. Llevo unos meses entrenando mal, a causa de dos lesiones consecutivas y no se le pueden pedir peras al olmo si combino todo este cóctel. Me pregunto como le estará yendo a Goyo.
Otra cosa que dificulta la carrera son los avituallamientos. Son vasos de plástico duro y, si quieres beber, tienes que andar prácticamente.
Curioso es que la anuncien como una carrera urbana, cuando apenas corres por la ciudad. Pero no viví todo esto como algo negativo, ya que el hecho de poder correr, y hacerlo en otro país, es ya todo un premio. Además algunos tramos son espectaculares, como cuando pasas entre viñas.



Y los km fueron pasando, hasta que en el km 18, en un giro, no vi un bordillo y me fui al suelo. Por suerte fue una caida sin importancia y apenas me hice unos rasguños y algun golpe leve. Lo peor del recorrido el tramo final, ya que aunque es donde más público hay, es todo cuesta arriba y con un suelo que resbalaba muchísimo. Por fin los últimos metros vuelven a ser casi llanos y con el arco de triunfo como meta. Otra más para la saca!
Al final una marca discreta, 10 minutos peor que en Jerez, pero contento por el simple hecho de haberla corrido (1h 37'). Enseguida me encuentro a Goyo, que ha hecho una buena marca también, dadas las circunstancias (1h 43').
Con el frío en el cuerpo, volvimos al hotel y sin perder un minuto, seguimos con nuestro recorrido.

Sète

Sète es un destino costero del sur de Francia con más "tirada" en verano. Situado entre el mar Mediterráneo y el lago Thau, este pintoresco puerto tiene unos canales que le dan un aire muy especial,  y pasear por sus puentes y muelles es una buena actividad por sí sola, aunque la lluvia que caía no nos acompañó. Hay varios lugares para degustar sus conocidas ostras y otras delicias gastronómicas. Además, Sète alberga en otras fechas, numerosos festivales de música, arte y poesía, lo que lo convierte en un lugar ideal para quienes buscan cultura y mar en un mismo sitio. Hay un aparcamiento gratuito cerca del centro.



La anécdota del día fue que el coche dio aviso de "rueda con poca presión de aire". Goyo y yo nos pusimos empapados en la gasolinera donde queríamos  poner el aire, y encima la máquina no funcionaba. Por suerte, aunque ya empapados, logramos hinchar la rueda en la siguiente estación de servicio.

Aigues-Mortes

Aigues-Mortes es una joya medieval en el sur de Francia, situada en plena Camarga. Rodeada por imponentes murallas perfectamente conservadas, esta ciudad fortificada parece sacada de un cuento. Pasear por sus calles empedradas es como viajar en el tiempo. Se puede pasear por sus murallas, pero con el tiempo que hacía ni nos lo planteamos. Además, el ambiente tranquilo, los pequeños cafés y tiendas artesanales hacen de Aigues-Mortes un bonito lugar para desconectar y empaparse de historia, cultura y belleza natural.



Hay que dejar el coche en un parking de pago.

Saint-Guilhem-le-Désert

Dicen que es uno de los pueblos más bonitos del sur de Francia. Está escondido entre montañas en un paisaje natural espectacular. Su encanto medieval está intacto: calles empedradas, casas de piedra  y una paz que envuelve todo. El corazón del pueblo es la magnífica abadía de Gellone, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.  Visitar Saint-Guilhem-le-Désert es como abrir una ventana al pasado, en un entorno que inspira calma. Lo malo es que tanta tranquilidad había, que ni siquiera encontramos un sitio para desayunar. Un lugar parecido en España, tendría como mínimo un par de bares para comer.



 Si lo quieres visitar sólo tienes la opción de dejar el coche en un parking de pago.

Pézenas
 
Es un encantador pueblo, famoso por su rica herencia artística y su ambiente bohemio. Conocido como "la ciudad de Molière", conserva un casco antiguo lleno de callejuelas adoquinadas, edificios renacentistas y talleres de artesanos que le dan vida y color. Es un destino ideal para los amantes del arte y la historia. Cada rincón guarda una sorpresa: galerías, anticuarios y pequeñas plazas donde disfrutar de un café al sol (aunque en nuestro caso, sol muy poco). Su mezcla de patrimonio y creatividad lo convierte en un lugar  perfecto para descubrir sin prisa. Es cuestión simplemente de callejear y dejarte llevar. 



Es necesario dejar el coche en un parking de pago.

Y esto es lo que nos deparó esta salida por el sur de Francia...y ya pensando en la próxima.

domingo, 20 de abril de 2025

Disfrutando del destino (Oporto) y del camino (Peñafiel, Aveiro, Guimaraes, Braga, Vigo, Puebla de Sanabria y Torrejón).

 Pues aquí estábamos otra vez en la carretera para hacer un recorrido que nos iba a llevar por varios pueblos y ciudades, poniendo la guinda del pastel en  la melancólica, bohemia, pero sobre todo cautivadora Oporto.



Os voy a describir cronológicamente este bonito viaje de una semana en época navideña.

Peñafiel

Escogimos este pueblo por estar a medio camino de Oporto, y así hacer una parada para dormir. No tiene gran cosa a nivel turístico. Mencionar la plaza del coso, destinada desde la Edad Media a la celebración de espectáculos taurinos. El suelo es de tierra. La plaza, de forma rectangular, está rodeada de bonitos edificios de adobe y madera, con muchos balcones decorados. Desde allí se tiene una gran panorámica del otro atractivo del pueblo, el castillo de Peñafiel.



Para visitar el castillo se puede llegar en coche. Alberga también el museo del vino. Está en un gran estado de conservación. Solo se puede recorrer con una visita guiada, donde te enseñan las diferentes estancias y te cuentan un poco de historia. Recomendable también por sus excelentes vistas. Si estás interesado en una visita a bodegas, hay unas cuantas por la zona.



Aveiro

Otro de esos lugares que se le ha puesto el título de "la Venecia de..."en este caso de Portugal. Los canales van cruzando la ciudad, pero distan mucho de parecerse. Tiene un centro histórico fácil de recorrer y destacan las casa de "Art Nouveau". Cerca del bonito parque Infante Dom Pedro hay aparcamiento de sobra. Un poco alejado del centro tienes las típicas letras de "I love Aveiro" escritas de manera original en una escalera, para poder hacer una buena foto.



Fue aquí donde probamos por primera vez la Francesinha, un sándwich que está hecho con pan de molde relleno de carne de ternera, jamón, y otros embutidos, cubierto con queso derretido y bañado en una salsa espesa  con especias. Se suele servir con un huevo frito encima y acompañado de patatas fritas. 

Y aunque no lo probamos aquí, pero sí en Oporto, están los ovos moles,un postre que, salvando las diferencias, me recordó a las yemas de Santa Teresa de Ávila.

Por último cogimos el coche para ver, en las afueras de Aveiro, las casas de colores de Costa Nova. Es un bonito paseo marítimo.



Oporto

Abro aquí un paréntesis para decir que las autovías y autopistas de Portugal tienen un doble sistema de pago. Por un lado las típicas barreras de peaje que se pagan con tarjeta de crédito, y por otro un pago con reconocimiento de matrícula. Aunque puedes activarlo "in situ" nosotros lo hicimos con antelación en su página web. Cada vez que pasas por la zona de peaje te va descontando de la tarjeta que has asociado.

https://www.portugaltolls.com/

Y vamos ya por faena. Oporto es una ciudad de contrastes. Es de esas que no te deja indiferente, o te gusta mucho o no te gusta nada. En nuestro caso fue la primera opción. La llegada, con tanto tráfico, fue un poco caótica. Pero una vez el coche en el parking, ya no lo volveríamos a coger hasta que nos fuimos.

Lo primero que quiero destacar son los azulejos presentes en la mayoría de edificios religiosos. A veces formando parte de la fachada, como la de San Ildefonso, la del Carmen, las Carmelitas o la espectacular capilla de  las almas. Otras veces en el interior, como en el claustro de la catedral. Tanto de día, como de noche, todas iluminadas, son muy bonitas. También es espectacular el interior de la estación de Sao Bento.



Por otro lado tenemos otros edificios, que bien valen una visita, aunque sea vista desde fuera. Nos gustó especialmente la torre de los clérigos (no entramos), la librería de "Harry Potter", llamada realmente Lello (aquí sí hay que reservar la entrada por internet. Si compras un libro, como fue mi caso, te descuentan la entrada del precio de la compra), el edificio de la bolsa...



Otra actividad que nos pareció interesante fue hacer una visita, con cata de vinos, en las bodegas Calem (hay otras). Están situadas en Vilanova de Gaia, al otro lado del Duero. Nos llevamos un vino, por cierto muy bueno, de recuerdo.



 Para llegar aquí tienes que atravesar el puente de Luis I, una construcción de hierro espectacular con dos plataformas, que recuerda a las construcciones de Gustave Eiffel (aunque no es de él). También en esta zona puedes visitar 3 lugares curiosos: la esquina de un edificio donde hay un conejo gigante hecho con materiales viejos, la casa del pastel de Bacalao (buenísimo) y el "Fantástico mundo de las sardinas portuguesas", con latas de conservas con diseños curiosos.



 Si te pilla por la sona, una buena opción para comer es el mercado de Beira-río, con diferentes opciones gastronómicas. Optamos por probar el famoso Bacalhau. Un sabor excelente. A última hora de la tarde, para descansar un poco hicimos un crucero por el Duero. Pasamos por los cinco puentes que hay y nos explicaron un poco la historia de cada uno. Hay varias compañías que ofrecen este servicio.



Por último decir que una noche fuimos a ver un fado. No nos pareció el típico show para turistas. En un ambiente íntimo, con pocas personas y luz tenue, disfrutamos de las canciones de dos artistas que crearon un momento especial.



Sobre todo, tómatelo con calma, ya que en Oporto todo son subidas y bajadas.

Por cierto, si quieres hacerte la típica foto con "I love Oporto", entérate bien de dónde están, porque alguna vez las han reubicado.



Guimaraes

Cuando llegamos a la ciudad dejamos el coche en un parking público y gratuito, apenas a 1 km del centro. Primero visitamos el castillo por fuera, en lo alto de la ciudad. Luego fuimos callejeando y recorriendo sus bonitas plazas, sus antiguas casas y sus bonitas calles adoquinadas. En un par de horas puedes ver lo más importante.



Braga

Antes de llegar a la ciudad hicimos una parada en el santuario de Bom Jesús do monte. Es un centro de peregrinación importante. A nivel arquitectónico tampoco destaca respecto a otros lugares que hemos visto, pero el entorno es muy bonito, con fuentes, grutas, esculturas jardines... una vez visitado recomiendo hacer una parada fotográfica, cogiendo el coche hasta una explanada que hay siguiendo la carretera hacia abajo. Tienes una perspectiva de la escalinata que conduce al santuario, de postal.



Una vez llegados a Braga, al igual que en Guimaraes, lo mejor es callejear para no perderte nada. En esta ocasión dejamos el coche en un supermercado de la zona baja para no tener que pagar. Estos son algunos de los sitios que te puedes encontrar: catedral, jardines de Santa Bárbara, plaza de la república casa do Raio.. y más de 40 iglesias en toda la ciudad!!!



Aquí estuvimos más o menos otras dos horas de visita, y otra hora más comiendo otra de esas francesinhas tan contundentes.

Vigo

El objetivo de ir a esta ciudad era poder ver el espectáculo tan promocionado año tras año por su alcalde de "millones de luces led". Llegamos a la ciudad por la tarde, así que aprovechamos para descansar un rato en el hotel. Cuando ya empezaba a oscurecer es cuando salimos a recorrer la ciudad, ya que teníamos que verla iluminada. Y no defraudó. Previamente habíamos descargado un mapa para no perdernos lo más llamativo. Aparte de estar la mayoría de las calles adornadas con las típicas luces de otras ciudades, un sinfín de figuras hacían resplandecer las calles: un árbol gigante, una noria, animales, escenas navideñas...



Al llegar al paseo marítimo un gran mercado de artesanía y gastronómico ponía la "guinda del pastel". Antes de volver al hotel a celebrar el fin de año intentamos visitar el casco antiguo, pero con la cantidad de gente que había se hizo misión imposible.

Muy bonito todo.



Puebla de Sanabria

Este pueblo no estaba previsto, pero como nos pillaba cerca nos desviamos un poco. En 30 minutos estaba visto. Es verdad que con sus casas de piedra y sus calles empedradas se ha ganado el estar en la lista de los "pueblos más bonitos de España". En los últimos años también ha ganado protagonismo por su decoración y luces navideñas, pero es algo que no pudimos ver, ya que llegamos antes de la hora de comer.



Torrejón de Ardoz

Era la segunda vez que visitábamos el pueblo. La primera para ver el parque de Europa, con sus réplicas de monumentos conocidos (ya hable en otro post). Esta vez era para ver un parque temático que ponen por Navidad: "Mágicas Navidades".



 Se trata de un recinto cerrado de pago que ocupa una gran extensión, dentro de un parque. Puedes encontrar escenas de Navidad, figuras hechas con luces, puestos de artesanía, actuaciones navideñas, lugares para cenar (lo que más me defraudó por la relación calidad-precio). Recomiendo la visita de este lugar igualmente. Nosotros estuvimos algo más de 3 h entre la visita y la cena.



Y para acabar vamos a hablar de la parte "runner". Salí un par de días. Tanto en Oporto como en Vigo lo peor son las cuestas. Vayas por donde vayas estás todo el rato subiendo y bajando. 

En Oporto hice un recorrido de 10 km. Para minimizar el desnivel hice gran parte del recorrido en el paseo que recorre el Duero. Aunque todavía no había amanecido estaba todo iluminado.

En Vigo el recorrido fue de 9 km, pero con más cuestas todavía. Me perdí un poco, así que tuve que recortar algo el tramo del paseo marítimo. También encontré una buena iluminación.

Y eso fue todo en un bonito viaje más en coche por la península.

martes, 11 de febrero de 2025

Rutas fáciles por Catalunya

 Una de las cosas buenas de las redes sociales es que te abren un mundo de posibilidades de ocio, ya que puedes tener acceso a información sobre lugares para visitar, restaurantes, actividades...

Ya hace un tiempo que TikTok nos ha servido para realizar diferentes rutas de senderismo, que no son difíciles, y que nos permiten pasar el día o la mañana y regresar a casa en la misma jornada. Aunque hay infinidad, y seguramente todavía haremos muchas más, os explico algunas que hemos realizado en el año 2024 y principios del 2025:

Almendros de Aitona (5 km)

Se trata de una ruta circular y llana. Es muy fácil de hacer, pero tienes que ir en la semana exacta de floración para ver los campos en su máximo esplendor. El año 2023 también fuimos y los diferentes árboles que hay estaban más florecidos y con colores más vistosos. Se aparca bien al inicio de la ruta si vas temprano.


Bosque del Gerdar (6'5 km)

Es una ruta de ida y vuelta con apenas desnivel. La máxima dificultad está en el último km, ya que el terreno se vuelve más pedregoso. Primero atraviesas un frondoso bosque, en el que se respira "tranquilidad". el premio final está en forma de cascada. Es espectacular. Hay un mirador para poder apreciarla de cerca. Allí te mojas sí o sí. En el inicio de la ruta (refugi del Gerdar) hay sitio para apenas 6 o 7 coches.



Salt de Sallent (6'4 km)

Ruta circular, aunque se puede recortar y hacerla de ida y vuelta. Saliendo de Rupit has llegado al salto en poco más de 1 km. Hay un mirador para apreciar la impresionante caída que tiene. En esta ocasión apenas llevaba agua. Hasta este punto la ruta es sencilla. Después tienes que volver por un camino con más desnivel. Para hacerlo algo más largo, tomamos un pequeño sendero que se aleja de la pista principal y que tiene un terreno irregular. Al tratarse de una ruta corta no se hace especialmente difícil. El coche hay que dejarlo en un aparcamiento de pago que hay nada más entrar al pueblo.



Valter 2000-Pic de la Dona-Pic de Bastiment-Valter 2000 (10'5 km)

No se trata de una ruta excesivamente técnica, pero sí que tiene mucha pendiente. Además encontramos que hacía mucho viento y se hacía difícil. En muchas partes el camino es pedregoso y apenas está indicado, así que hay que ir con cuidado y guiarte un poco visualmente.

Empezamos temprano. En esta ocasión fui con unos amigos. La ruta comienza en el aparcamiento de las pistas de Valter 2000. Primero se asciende por la ladera de la montaña, que tiene un desnivel muy pronunciado hasta llegar al Pic de la Dona. Aquí las vistas son increibles. Luego el camino se vuelve más sencillo (aunque fue molesto por el viento). Antes de realizar el ascenso al Pic de Bastiment hicimos una "parada técnica" para desayunar. El móvil te va diciendo en ocasiones que estás entrando en territorio francés. La última subida también es muy pronunciada, pero con las pilas cargadas resultó más fácil de lo que esperaba. Otra vez las vistas aquí son espectaculares.

Y ya desde este punto nos espera el camino de bajada hasta las pistas. No es excesivamente complicado, pero hay mucha piedra suelta, así que es importante llevar botas de montaña. Bajas unos 4 km


Después de unas 4h en movimiento (casi 5h si contamos las paradas) llegamos al aparcamiento. Desde aquí 30' hasta Camprodón (en coche), un bonito pueblo que puedes ver en poco tiempo, y donde comimos.

Ermitas de Prades (5'3 km)

Ruta de ida y vuelta. A la ida subes y luego bajas desandando el camino. Vas por enmedio de un bosque. Es un camino fácil en el que te encuentras tres ermitas. La más espectacular es la última, ya que está enclavada en una gran roca (ermita de la Avellera). Desde allí hay muy buenas vistas. He leído que en la oficina de turismo, previa fianza de 20 €, puedes pedir las llaves para entrar a la ermita. 



Si te desvías un poco a la vuelta puedes visitar la Roca Foradada y el Llac de Prades. El pueblo también merece que te des un paseo. Se aparca bien a las afueras.

Font de la Tosca i Torrent de la Masica (8 km)

Una de las más espectaculares. Lo mejor es aparcar al lado del polideportivo, ya que hay bastante espacio. De allí sale una pista, que en poco más de 1 km te muestra el primer atractivo. Un pequeño salto de agua justo al lado del camino. Además, puedes subir unas escaleras y pasar por dentro de una pequeña gruta que te permite ver el salto desde dentro. Continuando por la pista te encuentras un desvío que te transporta a otro mundo. Se trata de un sendero con poco desnivel, que cruza un bosque "mágico". Fuimos en otoño y nos encontramos con unos colres marrones y rojizos de postal. Las hojas caidas, el musgo en las rocas y árboles y los númerosos saltos de agua te hacen sentir como un personaje del "Señor de los anillos". Es una ruta de ida y vuelta corta en distancia, pero que se alarga por las numerosas paradas que haces.



Riera de Vallforners (10 km)

Es también una ruta con poco desnivel de ida y vuelta. Durante el trayecto vas pasando por un bosque frondoso y tienes que cruzar unas cuantas pasarelas de madera para salvar la riera. El último tramo, que es el más empinado, se realiza por una pista ancha. Una vez llegados al pantano dimos la vuelta. Hay la posibilidad de alargar el camino hasta el Castanyer de Can Cuch, pero como ya habíamos ido en otra ocasión, lo descartamos.



Salt del Mir i salt del Molí (3´5 km y 2'7 km)

Debido a su cercanía, y a los pocos km de la ruta, los hicimos el mismo día.

Para ir al Salt del Molí dejamos el coche en el aparcamiento del restaurante "La cabanya del Mir". Como fuimos un lunes y el restaurante estaba cerrado pudimos dejar el coche sin problemas. De jueves a viernes solo lo puedes dejar si comes en el restaurante. El camino es sencillo. Lo peor fue ver que con la sequía que ha castigado las tierras catalanas los últimos años, apenas caía agua y no pudimos ver el salto en todo su esplendor.

Para ir al Salt del Mir aparcamos en el pueblo de Vidrá. Fuera de la temporada estival és mucho más fácil, ya que no hay que dejar el coche en el parking de pago que hay al entrar al pueblo. Lo puedes dejar fácilmente en cualquier lugar. El recorrido aquí también es corto y sencillo. Por suerte, aquí sí que caía agua, así que pudimos disfrutarlo.



Bufadors de Beví (5´5 km)

Se trata de un camino circular de poco más de 5'5 km. En nuestro caso, decidimos hacerlo de ida y vuelta. Hay un aparcamiento de tierra gratuito con capacidad de 30 coches para iniciar la ruta, cerca de Santa María de Besora. La hicimos en sentido horario. Se comienza por una pista prácticamente llana, y puedes ir viendo vacas y ovejas en los prados por los que pasas. Cuando se deja el camino, empieza un pequeño camino sin mucho desnivel (señalizado) que te lleva a "els bufadors". Supongo que tiene que hacer mucho viento para que se oigan. En nuestro caso no escuchamos nada, pero el entorno tiene la magia suficiente para que merezca la pena la ruta. En un último esfuerzo subimos a la zona de la cresta para admirar sus magníficas vistas. En ese punto nos pareció que el camino se complicaba, ya que se volvía pedregoso, estrecho y transitaba cerca de un gran precipicio, así que decidimos volver por el mismo sitio. 


Bosc de les roques encantades
 (7 km)

El inicio de la ruta fue en el Santuari de la Salut, en Sant Feliu de Pallerols. Dejamos ahí el coche. Nosotros alargamos un poco más la ruta, ya que al no ser muy complicada, la haces en poco tiempo. A la ida vas viendo otros senderos que se desvían del camino, y puedes optar por hacer alguno de ellos (o una parte). Todo el recorrido es bonito. Vas pasando por bosque, prados y un final, que es el que se ve en la foto. Realmente el nombre se aproxima bastante a lo que vas a ver allí, sobre todo si te encuentras que no hay gente, como fue nuestro caso. Los 3'5 km de vuelta, cuesta abajo, fueron bastant fáciles. Hay que decir que por el camino te encuentras una puerta y una cadena que hay que abrir y cerrar, para que no se escape el ganado.

El santuario, que está en el mismo sitio donde aparcas, cuenta también con un alojamiento. Pasamos la noche allí. Al día siguiente hicimos la ruta que he explicado antes, del Salt de Sallent, ya que el pueblo de Rupit se encuentra muy cerca.  



Y espero seguir disfrutando este 2025 de nuevas rutas por estas tierras catalanas.