Después de nuestra ruta por tierras escocesas, todavía teníamos ganas de verde. Para poder hacer algo de mar y algo de montaña, decidimos ir a esa tierra, que promociona también su presidente Revilla.
Ya conocíamos algunos pueblos, pero pudimos descubrir otros muchos.
Nuestro campamento base fue Loredo (con "O"). Un lugar muy tranquilo de playa, con unas aguas frecuentadas por surfistas principiantes.
Os comento algunas cosas de cada lugar:
Santander
Bonita ciudad con un carácter muy señorial. Fuimos, coincidiendo con la fiesta mayor, así que la animación era espectacular (conciertos, puestos, feria...). En mi opinión, hay 3 zonas que no te puedes perder. Es un recorrido largo, pero entretenido.
Lo primero es dar un paseo bordeando la playa del Sardinero. Al paisaje marítimo, se le suman los edificios y jardines que te vas encontrando, entre los que destaca el del casino.
Después dirígete hasta la península de la Magdalena. En lo alto podrás admirar el palacio que lleva el mismo nombre.
Curioso es ver un pequeño zoo marino al aire libre. Puedes hacer el recorrido circular. A ver si encuentras la estatua de Félix Rodríguez de la Fuente!
Para acabar, toma unas tapas en el casco antiguo. Perdiéndote por sus calles encontrarás varias opciones.
Aparcar aquí, tarea difícil (opciones de pago).
Santoña y Laredo
Si me tengo que quedar con una, me quedo con Santoña. Tiene unas calles animadas, un bonito paseo marítimo y, sobre todo, unas anchoas para chuparte los dedos. No dejes de probarlas.
Laredo me pareció más, el típico pueblo que ha perdido su esencia, en pro del turismo. Aquí figura a día de hoy, el récord de los 10 km en ruta (Toni Abadia 27'48'').
Fácil aparcamiento en los dos pueblos.
Castro Urdiales
Pueblo pesquero con encanto. Parece muy típico decirlo, pero lo ideal es perderse por sus calles. Visita obligada es la iglesia de Santa María de la Asunción. Fue una grata sorpresa. Desde allí, las vistas del Cantábrico son espectaculares.
Para poder aparcar hay que pagar sí o sí.
Cabárceno
Aquí no hay que venir con prisas. Puedes pasar el día entero. Así que lo mejor es venir a primera hora de la mañana. Accedes con el coche por una especie de peaje, dónde te venden la entrada. A partir de aquí, se trata de ir con el coche por todo el parque e ir estacionándolo en determinados lugares habilitados y poder contemplar los animales del parque, que están en semi libertad.
El mapa que te dan en la entrada, y los carteles, no están muy claros. Pero no te preocupes, hay diferentes caminos para poder volver, si te has perdido algo. Os aconsejo que llevéis unos prismáticos, ya que algunos animales quedan muy lejos.
Con la misma entrada, tienes acceso a los teleféricos que recorren el parque, y desde los que tienes otra perspectiva diferente.
Para comer está la opción del restaurante, pero nosotros preferimos llevarnos picnic. Hay un gran sitio acondicionado con algunas mesas, sombras, papeleras...
San Vicente de la Barquera
Sólo puedo hablar de su playa, ya que no entramos al pueblo. Es de esas que le gustan a los surfistas, con olas y más olas. Hay un gran aparcamiento de pago.
Potes
El pueblo que más nos sorprendió. Cada rincón era digno de hacer una foto.
Sus calles empedradas, sus casas de piedra, su paseo por el río...
A todo esto hay que añadir la gastronomía. No dejéis de probar el cocido montañés. Espectacular!
En la entrada del pueblo se aparca fácilmente.
Comillas
Podéis pasear por el pueblo, pero destaco la visita por dos cosas.
La primera, porque es donde se encuentra uno de los edificios que Gaudí proyectó fuera de Catalunya: el Capricho
Os dejo el enlace de la página oficial:
https://www.elcaprichodegaudi.com/
La segunda sorpresa está en las afueras del pueblo, a unos 10 km, pero dentro del municipio de Cabezón de la sal. Se trata de un bosque de secuoyas, que fue plantado con la idea de aprovechar la madera (durante la época franquista), pero fue un fiasco. Por suerte lo dejaron como lugar de paseo. Es un remanso de paz. No es fácil aparcar.
Playa de Noja
La más bonita de todas las que visitamos. Aguas tranquilas y cristalinas y poca gente, hacían la combinación perfecta. La pega es que si vienes tarde, cuesta aparcar (no fue nuestro caso).
Bárcena Mayor
Pueblo de piedra, que ostenta varios títulos de "mejor cocido montañés". Realmente son dos calles, y algunas más pequeñas que la cruzan, pero están muy bien cuidadas y al ser de piedra, le dan un encanto especial. Desde ahí se pueden hacer algunas rutas a pie.
A la entrada hay un gran aparcamiento, pero se llena fácilmente.
Santillana de Mar
Ya habíamos estado aquí hace muchos años, y en esta segunda visita nos decepciono un poco. El encanto de sus calles y casas, se veía reducido por las masas de gente y más gente paseando, y los comercios y más comercios que se habían abierto. Parecía un parque temático. Aquí se encuentra el museo de la tortura. No entramos, porque ya lo habíamos visitado hace años.
La única opción de aparcamiento es la zona de pago.
Cueva del Soplao
Hemos visitado tantas grutas, que esta tampoco destaca por algo especial. Dicen que es una de las cuevas con más estalactitas excéntricas que existen (que crecen hacia afuera). Para acceder al interior, se hace con un "trenecito".
Es necesario reservar, por si acaso. Hay mucho aparcamiento. Eso sí, cuidado con el GPS, que te lleva a una carretera cortada. Haced caso de los letreros que os vais encontrando.
Y ya fuera de la ruta cantábrica, nos acercamos a Bilbao. Yo ya conocía la ciudad, pues hacía 9 años había corrido el maratón, pero la cercanía fue un punto a favor para dar un paseo por la ciudad. Al ser un sábado de julio, la zona azul era gratis, así que aparcamos sin dificultad.
Dimos un paseo por los alrededores del Guggenheim.
Después seguimos el curso de la ría, hasta llegar al centro. No puedes irte sin tomar unos pinchos en alguno de los bares de las siete calles.
Después, el camino de vuelta, admirando edificios como el teatro Arriaga, el mercado de la Ribera o el reformado estadio de San Mamés.
Y este fue nuestro recorrido por esta bonita zona. Esta vez le di un descanso a las bambas de running.
Lo primero es dar un paseo bordeando la playa del Sardinero. Al paisaje marítimo, se le suman los edificios y jardines que te vas encontrando, entre los que destaca el del casino.
Después dirígete hasta la península de la Magdalena. En lo alto podrás admirar el palacio que lleva el mismo nombre.
Para acabar, toma unas tapas en el casco antiguo. Perdiéndote por sus calles encontrarás varias opciones.
Aparcar aquí, tarea difícil (opciones de pago).
Santoña y Laredo
Si me tengo que quedar con una, me quedo con Santoña. Tiene unas calles animadas, un bonito paseo marítimo y, sobre todo, unas anchoas para chuparte los dedos. No dejes de probarlas.
Laredo me pareció más, el típico pueblo que ha perdido su esencia, en pro del turismo. Aquí figura a día de hoy, el récord de los 10 km en ruta (Toni Abadia 27'48'').
Fácil aparcamiento en los dos pueblos.
Castro Urdiales
Pueblo pesquero con encanto. Parece muy típico decirlo, pero lo ideal es perderse por sus calles. Visita obligada es la iglesia de Santa María de la Asunción. Fue una grata sorpresa. Desde allí, las vistas del Cantábrico son espectaculares.
Para poder aparcar hay que pagar sí o sí.
Cabárceno
Aquí no hay que venir con prisas. Puedes pasar el día entero. Así que lo mejor es venir a primera hora de la mañana. Accedes con el coche por una especie de peaje, dónde te venden la entrada. A partir de aquí, se trata de ir con el coche por todo el parque e ir estacionándolo en determinados lugares habilitados y poder contemplar los animales del parque, que están en semi libertad.
Con la misma entrada, tienes acceso a los teleféricos que recorren el parque, y desde los que tienes otra perspectiva diferente.
Para comer está la opción del restaurante, pero nosotros preferimos llevarnos picnic. Hay un gran sitio acondicionado con algunas mesas, sombras, papeleras...
San Vicente de la Barquera
Sólo puedo hablar de su playa, ya que no entramos al pueblo. Es de esas que le gustan a los surfistas, con olas y más olas. Hay un gran aparcamiento de pago.
Potes
El pueblo que más nos sorprendió. Cada rincón era digno de hacer una foto.
A todo esto hay que añadir la gastronomía. No dejéis de probar el cocido montañés. Espectacular!
En la entrada del pueblo se aparca fácilmente.
Comillas
Podéis pasear por el pueblo, pero destaco la visita por dos cosas.
La primera, porque es donde se encuentra uno de los edificios que Gaudí proyectó fuera de Catalunya: el Capricho
Os dejo el enlace de la página oficial:
https://www.elcaprichodegaudi.com/
La segunda sorpresa está en las afueras del pueblo, a unos 10 km, pero dentro del municipio de Cabezón de la sal. Se trata de un bosque de secuoyas, que fue plantado con la idea de aprovechar la madera (durante la época franquista), pero fue un fiasco. Por suerte lo dejaron como lugar de paseo. Es un remanso de paz. No es fácil aparcar.
Playa de Noja
La más bonita de todas las que visitamos. Aguas tranquilas y cristalinas y poca gente, hacían la combinación perfecta. La pega es que si vienes tarde, cuesta aparcar (no fue nuestro caso).
Bárcena Mayor
Pueblo de piedra, que ostenta varios títulos de "mejor cocido montañés". Realmente son dos calles, y algunas más pequeñas que la cruzan, pero están muy bien cuidadas y al ser de piedra, le dan un encanto especial. Desde ahí se pueden hacer algunas rutas a pie.
Santillana de Mar
Ya habíamos estado aquí hace muchos años, y en esta segunda visita nos decepciono un poco. El encanto de sus calles y casas, se veía reducido por las masas de gente y más gente paseando, y los comercios y más comercios que se habían abierto. Parecía un parque temático. Aquí se encuentra el museo de la tortura. No entramos, porque ya lo habíamos visitado hace años.
La única opción de aparcamiento es la zona de pago.
Cueva del Soplao
Hemos visitado tantas grutas, que esta tampoco destaca por algo especial. Dicen que es una de las cuevas con más estalactitas excéntricas que existen (que crecen hacia afuera). Para acceder al interior, se hace con un "trenecito".
Y ya fuera de la ruta cantábrica, nos acercamos a Bilbao. Yo ya conocía la ciudad, pues hacía 9 años había corrido el maratón, pero la cercanía fue un punto a favor para dar un paseo por la ciudad. Al ser un sábado de julio, la zona azul era gratis, así que aparcamos sin dificultad.
Dimos un paseo por los alrededores del Guggenheim.
Después, el camino de vuelta, admirando edificios como el teatro Arriaga, el mercado de la Ribera o el reformado estadio de San Mamés.
Y este fue nuestro recorrido por esta bonita zona. Esta vez le di un descanso a las bambas de running.
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