Hacía bastante tiempo que había oído hablar de los campos de lavanda de Brihuega, en Castilla la Mancha. Durante un periodo del mes de julio, la floración en los campos hace que todo se tiña de color lila. Hay alguna zona en Francia donde también ocurre lo mismo, como en la Provenza. Al igual que sucede en otros lugares, que se crea un negocio paralelo aprovechando el turismo que acude a ver este tipo de espectáculo de la naturaleza, este pueblo guadalajareño ha hecho todo un evento de esto.
Pero voy a explicar cronológicamente como fue el finde.
A media mañana llegamos a Guadalajara, donde teníamos el alojamiento. En Brihuega hay pocos hoteles y apartamentos, y lo que hay es carísimo en estas fechas.
Guadalajara no es de las ciudades que tiene más para ver. En apenas dos horas has visitado lo más importante, como el Palacio del infantado, o el panteón de la condesa de la Vega del Pozo.
Después de comer, una pequeña siesta ya que habíamos madrugado y habíamos hecho mucho coche, una ducha.... y a vestirse de blanco, ya que a media tarde empezaba el plato fuerte de la escapada: el festival de la Lavanda de Brihuega.
Lo primero que hicimos, fue aparcar lejos del pueblo, ya que es casi imposible dejar el coche en el núcleo urbano. En la calle principal se monta un mercado, con la lavanda como principal protagonista. Puedes encontrar ramos, miel, esencias, jabones...todo con la lavanda como "ingrediente" principal.
Una vez recorrida la calle, nos pusimos de camino al concierto que se celebraba en medio de los campos de lavanda. Es una de esas cosas que recuerdas para siempre.
La cantante que iba a actuar ese sábado era Rozalén, así que desde semanas antes ya habíamos estado escuchando canciones de esta artista, que si bien nunca había estado entre nuestras preferencias musicales, tampoco nos desagradaba. Además, no sólo era la cantante, sinó el entorno, la compañía...
Antes de empezar la actuación, ya vimos que iba a ser un momento mágico; todo el mundo vestido de blanco, campos y campos de lavanda, sillas colocadas estratégicamente para tener una buena perspectiva del escenario, y un sol, que a medida que avanzaba la tarde, se retiraba a "dormir" dejando un paisaje increíble de colores anaranjados, azules y lilas.
De la actuación de Rozalén, sólo hablar maravillas. Canciones con una letra muy especial, con todo un alarde de voz y una cercanía de la cantante que te llevaba a un momento muy acogedor.
El día había sido largo, así que después del concierto, cena en una food truck que había en el mismo recinto, un rato de "baile" con dj y todo...y para Guadalajara a dormir.
Al día siguiente ya volvimos para casa, pero aprovechamos la ruta para visitar Sigüenza.
Por casualidad, coincidimos con una feria medieval, con espectáculo y todo. Después de recorrer sus empredradas y empinadas calles comimos en un restaurante de la zona baja, y otra vez a la carretera para acabar con un fin de semana muy especial.
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