miércoles, 27 de abril de 2016

Maratón de Zürich (Suiza)

Seis de la mañana del domingo. Suena el despertador. En Catalunya se celebró el día anterior la derrota del dragón por parte de Sant Jordi. Hoy la lucha la tengo yo, con los 42195 metros que me llevarán a la alegría o a la decepción.
 Después de un ligero desayuno, toca caminar hasta la salida. Los depósitos están llenos de hidratos de carbono. Comer en Zürich resulta muy caro. Un plato de pasta (nunca mejor dicho) puede costar alrededor de 20 francos, unos 18 euros. Por suerte, el sábado encontramos uno de esos lugares take away, con un par de mesas en el local, que nos hizo el apaño, y que tenía unos precios más razonables. Es el Dieci pizza&pasta que está en la calle de restaurantes del centro.


Pero volvamos al día de la carrera. Tras un paseo de casi dos km, llegamos a la salida e iniciamos con los rituales pre-maratón, es decir, dejar las bolsas, localizar un punto de encuentro, fotos...



La gente parecía no tener prisa. No vimos a nadie impaciente, acumulándose en el guardarropía o empujándose para estar adelantado en la salida. El día era de esos que tanto le gustan a Pedro Piqueras, con frío, lluvia e incluso empezando a nevar. A las 8h 30' con precisión Suiza, dan la salida. Se trata de un recorrido llano con unos 10 km semiurbanos, a continuación 15 km bordeando el lago de Zürich hasta la localidad de Meilen y después de vuelta a la ciudad.

La carrera

Empieza la prueba. La emoción del momento nos hace volar el primer km, pero sabemos que enseguida cogeremos el ritmo adecuado. A medida que avanzamos el tiempo se complica. La lluvia nos cala la ropa y las zapatillas en pocos minutos. El viento frío acaricia nuestro cuerpo, y la nieve empieza a ser cada vez más abundante. En alguna inspiración, algún copo se cuela por la boca. Y aún así, disfruto de ese clima.



Los km van pasando y, por suerte, las molestias de isquios, que he ido arrastrando durante todo el entrenamiento, no hacen acto de presencia, por lo menos de manera significativa. Por la calle no hay mucha gente (normal, con la que está cayendo), pero los que hay animan bastante. Decir como anécdota que el ¡Venga vamos! o el ¡go, go! aquí se sustituye por ¡op op op!.
La carrera ha dejado ya la parte urbana de la ciudad y se dirige hacia Meilen. Cada 3'5 km hay un avituallamiento.



 La verdad es que de lo mejor que he visto nunca: agua, geles, plátano, isotónicos, barritas energéticas...
El tiempo cerrado y nuboso hace que no se disfrute tanto del paisaje, pero cada pocos km te encuentras algún grupo o banda de música que amenizan la prueba. El constante repicar de campanas de la iglesia de Meilen, nos recibe antes de llegar al km 25.


 Ya hace un rato que pasé la media maratón y me encuentro fantástico. Voy un minuto más rápido del ritmo previsto y físicamente estoy bien.
Es hora de volver a Zürich. Al poco rato veo pasar las liebres de 3h 15 min. en sentido contrario. Están lejos, pero en una carrera tan larga, eso no quiere decir nada. Al cabo de poco tiempo pasa Goyo. Nos saludamos y seguimos, cada uno con nuestras metas. Ha dejado de llover. Los km siguen cayendo y mis sensaciones son las mismas. Éste año estoy probando unos geles nuevos, que me están dando un buen resultado. 
A medida que los minutos van pasando, las típicas molestias de carrera van apareciendo. Curiosamente, se me va cargando el gemelo derecho, los isquios de la pierna derecha, pero la que me estuvo dando tantos problemas, no da señales. Mejor.



Y se acerca el km 34. El punto donde mi cuerpo no pudo más en Murcia. Pero está claro que esta vez no iba a ser igual. Paso por su lado con un au revoir y sigo el camino. Me río también del tío del mazo o el famoso muro del 35. Y entramos en Zürich. Llevo el gemelo muy cargado, así que decido seguir con el mismo ritmo para no tener un imprevisto de última hora que eche todo al traste.
Curva a izquierda, curva a derecha y aparece el arco de llegada. Subo un poco el ritmo, viendo en el crono que puedo hacer una gran marca. 3h 8' 40". Todo ha merecido la pena.



Al cabo de unos minutos llega Goyo con un magnífico 3h 22 min y con la apariencia de haber corrido una prueba de 10 km. Desde octubre ya ha participado en cuatro maratones.
Poco que destacar del resto del día. Ducha caliente de las que se recuerdan siempre, comida, tren, aeropuerto...

La ciudad

Zürich es una ciudad pequeña. La parte más turística puede verse en un día. El sábado por la mañana lo dedicamos a ver la ciudad y a ir a por el dorsal. Mencionar que la expo-maratón es muy justita, comparada con otras que he visitado. Apenas hay stands anunciando otras carreras.
La zona más bonita se puede ver dando un paseo. De todas maneras hay una magnífica red de transportes que enlaza todos los puntos de la ciudad. Incluso se puede ir al aeropuerto en tranvía o en tren por un módico precio (el tren conecta el aeropuerto con el centro de la ciudad en apenas 12 minutos).













A continuación os dejo un plano, con un recorrido similar al que hicimos nosotros, extraído de viajes.chavetas.es



En conclusión, gran fin de semana (aunque pasado por agua), con una de mis mejores experiencias en este tipo de carrera, compartido con un buen amigo. Y ahora a disfrutar del momento, pero a pensar ya en la siguiente.