viernes, 7 de octubre de 2022

Costa Rica, Pura Vida

 Por fin llegó el mes de agosto y pudimos hacer ese viaje aplazado por el Covid, que nos iba a llevar por varios lugares que desbordaban  naturaleza por todos los lados.



Como siempre, existen varias opciones para realizar el recorrido. Nosotros optamos por contratar en una agencia, los hoteles, los traslados y alguna excursión. El resto de visitas, las contrataríamos en el destino (en agencias locales y hoteles).

Después de casi 10 horas de vuelo desde Madrid (con un previo Barcelona-Madrid), llegamos al aeropuerto de San José. En la época de lluvias comienza a anochecer sobre las 17:30 h (en la seca a las 18 h) así que cuando llegamos allí, ya empezaba a caer la noche. Con ese horario, y el "madrugón" del día siguiente, sólo vimos de la capital Tica, el recorrido del aeropuerto hasta el hotel.

Al día siguiente, bien temprano, un autocar nos trasladó hacia la zona de Tortuguero (muelle de la Pavona). Y aquí empezó nuestra primera experiencia. Para acceder a la zona de los hoteles hay que hacerlo con unos botes (lanchas a motor). 




No hay circulación rodada. La travesía por el canal, te permite experimentar una primera toma de contacto magnífica con la fauna y la flora del lugar. El guía estaba atento y nos iba indicando los animales que se movían por los árboles.

Pasados unos 45 minutos llegamos a nuestro hotel-lodge, un magnífico complejo de habitaciones separadas en plantas bajas, que se integraba perfectamente en el lugar. Tanto que podías ver en el mismo hotel iguanas, sapos y otros animales.



Esa misma tarde nos llevaron al pueblo de Tortuguero. Se trata de un pequeño poblado de casas bajas de madera y uralita. Básicamente es una calle de 1 km de longitud, sin apenas servicios. Eso sí, si quieres tomar una piña colada, o beber el jugo de coco en un puesto callejero, no tendrás problemas.



Nos llamó la atención los altos precios de la zona. Durante el viaje pudimos comprobar que era así en todos los lugares de Costa Rica. Curioso teniendo en cuenta los bajos sueldos de la población en general.

Al día siguiente por la mañana, después de un típico desayuno en el hotel, hicimos un recorrido por los canales de tortuguero "pasado por agua". Durante gran parte del trayecto nos cayó una tormenta increíble. A pesar de ir con botas de montaña y chubasquero largo, acabamos empapados. 





Por suerte hubo alguna tregua y pudimos ver caimanes, monos, basiliscos, iguanas y varias especies de pájaros.





Después de comer, y ya sin esa lluvia incesante, un rato de relax en la piscina, que para algo estábamos de vacaciones.

Ya por la noche, fuimos a una de esas excursiones que no te puedes perder en Costa Rica en esta época del año. El desove de una tortuga. Como son animales protegidos, se tiene que hacer en pequeños grupos y con un guía. No te garantizan que lo vayas a ver, porque la naturaleza es lo que tiene...pero tuvimos suerte y encontramos a una que estaba en pleno proceso. Resultó una gran experiencia ver como soltaba los huevos, en un agujero que había excavado anteriormente, y luego como, con gran esfuerzo, los tapaba. Por cuestiones de tiempo tuvimos que marcharnos antes de que volviera al mar. Cuando ya salíamos, vimos otra tortuga que salía del agua, pero ya no nos pudimos quedar a verla. Estaba prohibido hacer fotos y videos.

Debido a este proceso natural, también está prohibido acceder a las playas en las épocas de desove, desde las 18 h hasta las 5:30 del día siguiente.

El día siguiente lo dedicamos sobre todo al traslado, la contratación de excursiones y el relax. 

Primero el traslado en la lancha hasta el muelle, esta vez sin paradas para ver la fauna local. A continuación un recorrido de 1h 30' en autocar, hasta un restaurante "típico" y finalmente otra 1h 30' hasta nuestro destino en Arenal, cerca del volcán que lleva el mismo nombre. Del restaurante al hotel hicimos el trayecto en miniván. El conductor hizo un alto en el camino y compró una bolsa de mamones, una fruta parecida a la uva, que solo he visto en ese país. Nos dio a probar a todos los pasajeros.



Ya en arenal, aprovechamos para contratar un par de excursiones y para dar un paseo por los alrededores del hotel.

La mañana del quinto día fue muy parecida a las otras. Muy nublada y amenazando lluvia. Las vistas desde la habitación eran fantásticas, pero unas nubes bajas impedían observar la cima del volcán (por suerte más adelante se despejó y pudimos verlo).



Como consejo decir, que el uso de prismáticos me parece imprescindible en este tipo de viajes.

Nuestra primera actividad era un recorrido, sin mucha complicación, por uno de los senderos que transcurre cerca del volcán. Llegar hasta la cima está prohibido. La ruta transcurre por una zona selvática y se adentra luego por una de las coladas de lava que dejó el volcán, tras su época más activa en el año 1968.



 Las vistas son impresionantes. Allí vimos por primera vez unas plantas, que cierran sus hojas cuando las tocas, las mimosas.



 También pudimos ver una pequeña plantación de café.

A continuación hicimos la excursión a la catarata de La Fortuna. Tras un tramo de escaleras (530 escalones), nada recomendado para personas con movilidad reducida, llegamos a la base de este salto de agua de 70 m. Como en la zona del volcán, hay que pagar entrada para acceder a ella. Aunque el agua estaba fría, bañarse en ese lugar paradisiaco es imprescindible para elevar la experiencia a nivel top.



Después de esto, otra comida "típica", que ya nos estaba empezando a cansar, y de vuelta al hotel. El resto de la tarde disfrutando de la piscina y jacuzzis del hotel, con la imagen de postal del volcán, de fondo.



En el ecuador del viaje, iniciamos el traslado a uno de los lugares que más nos gustaron, Monteverde. 

Para llegar allí utilizamos tres transportes.

 Primero una miniván que nos llevó a orillas del lago Arenal, un embalse artificial de 87´8 km cuadrados (30 km de largo y 5 km en su parte más ancha). Luego tomamos un barco pequeño, tipo "golondrina" de Barcelona para cruzar el lago a lo largo. Es un agradable y relajante paseo en el que puedes disfrutar tranquilamente del paisaje.



 Finalmente otra miniván, que nos llevó por las carreteras más sinuosas y llenas de baches que habíamos visto hasta entonces. ahí pudimos comprobar la dureza de los coches costarricenses.

Nuestro hotel de Monteverde estaba en medio de la nada, rodeado de naturaleza por todas partes. Al levantarte por la mañana, después de una noche de silencio absoluto, lo primero que veías era el bosque y los pájaros volando. Incluso un colibrí se puso a comer un rato delante de nuestra terraza.



 Dentro de las mismas instalaciones hay un recorrido de 1 km donde, entre otros animales, pudimos ver monos y mariposas del tamaño de una mano.

Como el día de llegada no teníamos ninguna actividad prevista, preguntamos a la recepcionista del hotel qué podíamos hacer. Con gran acierto nos recomendó que fuéramos al "valle escondido". Hicimos allí un recorrido fácil, aunque con muchas subidas y bajadas, que nos gustó mucho. En todo el camino no nos encontramos a nadie, sólo animales, vegetación, saltos de agua y unos magníficos miradores.



Todo eso después de comer en uno de los sitios donde más nos gustó la comida, a la entrada del valle.



Y llegamos ya al séptimo día. Por la mañana otro recorrido muy interesante por los senderos y puentes colgantes del bosque nuboso. Es un circuito de pago de 2'5 km que se puede hacer por libre, que fue nuestro caso, o con guía. En cualquiera de las opciones hay que pagar entrada.



Después de comer nos quedamos por la zona del hotel y aprovechamos para hacer algunas compras. Como todo en Costa Rica, carísimo. Esa misma noche cenamos en un restaurante muy acogedor y con música en vivo, el Nativo Restobar.



Al día siguiente, por unas carreteras repletas de curvas y con socabones constantes, llegamos a Quepos, cerca del P.N de Manuel Antonio, donde estaba nuestro alojamiento. Esta es la zona más animada que habíamos visto hasta entonces, con tiendas, supermercados, restaurantes... 



Por la tarde nos dedicamos a visitar el pueblo y la zona de los alrededores, incluído el puerto, muy moderno y muy parecido a otros que hemos visto por Europa. Decir como curiosidad, que este lugar está lleno de iguanas paseando y tomando el sol a sus anchas.



El antepenúltimo día por la mañana fuimos al Parque de Manuel Antonio. Es aquí dónde vimos muchos de los animales más sorprendentes del viaje: perezosos, monos que se acercaban a los turistas, serpientes venenosas, ranas...eso sí, gracias al guía que nos enseñaba donde encontrarlos y a los prismáticos que llevábamos (el guía también llevaba un telescopio).




Después de la ruta, un par de horas para disfrutar de las templadas y cristalinas aguas del Pacífico, con un ojo en las mochilas para que no se las llevaran los monos.



La tarde fue de relax en la piscina del hotel.

El día antes de volvernos también fue muy tranquilo, paseando cerca del hotel, y descubriendo otros lugares de gran belleza.



Ese día fuimos a comer a un restaurante italiano con la comida muy buena. Ya estábamos un poco hartos del "gallo pinto" (un arroz con frijoles que te servían cada día en el desayuno) y de otras comidas típicas.

El último día ya fue para preparar las cosas, ir al aeropuerto...y de vuelta a casa.

En esta ocasión, tampoco me llevé ropa para ir a correr...aunque tampoco vi lugares muy adecuados para hacerlo.  

Pura Vida!!!









viernes, 15 de julio de 2022

Bajo el sol de la Toscana

 Después de leer diferentes blogs de viajes de la Toscana, y viendo tantos pueblos y rincones  bonitos en fotos de internet, decidimos hacer una de esas rutas que tanto nos gustan en coche. Salimos de Barcelona, para realizar una recorrido que nos llevaría una semana, por algunos de los lugares top de esta región italiana. No incluimos Florencia, ya que hace años y habíamos estado allí.



Al tratarse de un viaje tan largo, hicimos una parada de medio día en Niza, ciudad costera de postal.

Al tener poco tiempo en la capital de la costa azul, lo que hicimos es hacer un recorrido con los cuatro o cinco lugares que había que visitar. Después de comer empezamos el paseo por la plaza Massena, una de las más bonitas de la ciudad.



 Enseguida te encuentras con las callejuelas del centro histórico, donde lo mejor es caminar sin rumbo (cosa que suelo recomendar para descubrir lugares que no siempre salen en las guías). Al llegar por la tarde, no pudimos ver el mercado de las flores en todo su esplendor porque ya estaban cerrando. Desde aquí nosotros accedimos andando a la colina del castillo, pero tienes un ascensor que te lleva directamente a la parte de arriba (nosotros lo cogimos de bajada y desde la parte inferior uno se puede hacer la típica foto con letras gigantes de I Love Nice). Las vistas desde lo alto de la colina de la ciudad, son espectaculares. 


En esta zona hay también una cascada artificial, que se puede distinguir desde la misma ciudad.

Una vez de regreso a la parte baja, dimos un paseo por la parte más representativa de la ciudad: el paseo de los ingleses. Se trata de un paseo marítimo de unos 7 km, donde te vas encontrando diferentes edificios estilo belle epoque, como el hotel Negresco. Una curiosidad de este lugar son sus famosas sillas azules, en las que te puedes sentar un rato a contemplar el mar. 



Tristemente, también es el lugar donde el año 2016 un terrorista mató a 86 personas atropellándolas con su camión. En un parque cercano se recuerda a las víctimas de esta masacre.

  Al estar más alejados, no fuimos a la iglesia ortodoxa de San Nicolas. Viendo fotos parece bonita. 

A la mañana siguiente pusimos rumbo a San Gimignano, campamento base en nuestra ruta por la Toscana. Antes una breve parada en Mónaco para ver el casino y poco más.



El camino hasta San Gimignano desde que sales de Francia, se hace un tanto pesado, con carreteras no muy buenas, decenas de túneles y límites de velocidad, un poco exagerados en algunos casos.

La Toscana

Como vimos tantos y tantos lugares y pueblos, y en muchos tendría que repetirme (lo mejor es perderse por las calles sin rumbo), daré algunos consejos para aprovechar más la visita en cada sitio. Esto es lo que hicimos:


San Gimignano

Al ser el lugar donde teníamos el hotel, fuimos varias veces. Es diferente a los demás, con sus torres altas que dominan el skyline (por algo lo llaman el Manhattan medieval) .



No os perdáis las tiendas de productos típicos, ya que hay muchas. También tiene el honor de tener una heladería reconocida hace unos años como la mejor del mundo (Dondoli).



 Tiene varios restaurantes. En las afueras hay aparcamiento gratuito.


Montefioralle

Pequeño burgo enclavado en lo alto de una pequeña colina. Conserva su encanto por no ser de esos lugares plagados de turistas. En veinte minutos ya has visto este pueblo de apenas 100 habitantes. Hay un pequeño descampado donde se puede dejar el coche sin pagar (cuidado, que hay otro descampado donde sí se paga.)



Pistoia

No entramos en ningún edificio, así que no puedo opinar sobre los interiores, pero exteriormente, tanto a nivel arquitectónico como de alguna de sus plazas, tiene una gran belleza.

Los lugares que más nos gustaron son: la Piazza del Duomo, el mercado de la Piazza della Sala, la catedral de Saint Zeno y el Ospedale del Ceppo (fijaos bien en la fachada).



 En las afueras, a un km escaso, encontramos aparcamiento gratuito.


Lucca

La zona histórica está rodeada de una muralla, así que bien merece la pena dar un paseo por ella. Se puede acceder gratis. Lo más característico de la ciudad es la plaza del anfiteatro, con su forma ovalada y con gran cantidad de restaurantes.



Las iglesias más bonitas para mi son las de San Martín (catedral), la de San Michele in foro y la de San Fridiano (basílica).

En esta localidad se encuentra la casa-museo del compositor Giacomo Puccini.

Para acabar, hacer mención a la torre de Guinigi. Desde arriba se obtienen una de las mejores vistas de la ciudad, y además tiene un jardín (desde la calle se pueden ver algunas plantas y árboles). Fuera de la muralla, buscando un poco, encuentras aparcamiento.


Volterra

En sí todo el pueblo es bonito con sus calles empredradas. Destaco del lugar, la plaza Priori, con sus edificios medievales bien conservados. Otro edificio importante, que se puede ver desde lejos, es la fortaleza de los Medici (parte de ella es una cárcel en la actualidad). 



En esta ocasión, solo encontramos un aparcamiento para dejar el coche, que era zona azul, pero por algún motivo no estaba operativo. Como el pueblo está en lo alto de una colina, hay que subir una gran escalinata para llegar.


Siena

Sin duda uno de los pueblos más bonitos de la Toscana. Como casi todos, se situa en lo alto de una colina. Aunque está repleto de edificios de gran belleza arquitectónica y de bonitas calles y plazas, os destaco lo que no os podéis perder de ninguna manera:

Piazza del campo: importante, no solo por lo bonita que es (sus edificios, su fuente del siglo XIV, restaurantes...) sino porque se celebra una gran fiesta, de origen medieval, donde cada barrio compite con un caballo. Os dejo un video:



Catedral de Siena: si por fuera os parece espectacular, por dentro ni os cuento. Es de estilo gótico italiano. Si os gusta el arte, este es vuestro lugar. No sabrás donde fijar la vista...en sus frescos de vivos colores, en sus suelos de mármol, en sus esculturas...en fin, todo un espectáculo visual.



La piazza del mercato: aunque el mercado estaba cerrado cuando fuimos, es un gran lugar para tener otra perspectiva de la ciudad y alrededores.

Piazza salimbieni: muy pequeña, pero también con grandes edificios, como el Palazzo Salimbieni o la banca monte dei Paschi.

Para visitar la ciudad no hay otra opción que dejar el coche en un aparcamiento público a la entrada. Después unas escalera mecánicas te dejan en el inicio del casco histórico. La vuelta la hicimos enlazando calles de bajada. 


Monteriggioni

No hay mucho que decir, ya que consta de una plaza, y dos calles básicamente. Es bonito por sus casas de piedra y por estar rodeado de una muralla (desde la autovía principal es desde donde se tiene la mejor perspectiva). En veinte minutos está visto. 



Para aparcar hay que hacer uso del parking de pago. No hay más opciones. 


Sorano

Es otro de esos pueblos que lo que más hay que valorar es su conjunto, con sus casas de piedra, algunas excavadas en la roca, y enclavado en una colina. Lo que más me gustó es cuando te lo encuentras de repente, al salir de una de las curvas que te llevan hasta el pueblo. Es una auténtica imagen de postal. Desde San Gimignano hay unos 140km, que se hacen por carreteras secundarias, así que si estás por la zona, paciencia y a disfrutar del camino. Es un pueblo poco turístico. 



Se aparca bien en la misma carretera.


Pitigliano

Muy cerca de Sorano. Al estar alejado de las zonas turísticas le pasa como a Sorano. Es muy parecido a otros pueblos, pero más tranquilo. Sin tener nada en concreto a destacar, visitadlo si queréis ver un auténtico pueblo de la toscana. 



Tuvimos la suerte de poner gasolina en un establecimiento muy pequeño y al preguntar por las zonas de aparcamiento, el dueño (a su vez el "gasolinero") nos dejó aparcar allí mismo.


Pienza

Destacaría dos cosas de este bonito pueblo:

- Se construyó a "la carta" por orden del Papa Pio II. Sobre un pueblo (por cierto, de pequeñas dimensiones), mando construír una serie de edificios y palacios de estilo renacentista. Así que paseando por sus calles, os podéis hacer una idea de lo que os podéis encontrar.

- Es un excelente mirador para observar la típica campiña toscana. De hecho se han rodado varias películas en los alrededores. Preparad la cámara!!!



En las afueras, pero muy cerca, se aparca sin problemas.


Montepulciano

Pues parecido a otros pueblos de la zona, con dos calles principales y una plaza rodeada de bonitos edificios (aquí se rodó una de las escenas de la saga de crepúsculo). No hay ni una zona llana, así que, haces "buenas piernas". Hasta la plaza mayor está inclinada.



 La mayoría de aparcamientos son de pago, pero tuvimos la suerte de dejarlo en un hueco que había ya saliendo del pueblo. 


Bagno Vignoni

Su máximo interés es que se trata de un pueblo con aguas termales. Es el más pequeño de todos los que vimos. Decir que a la salida te empiezas a encontrar los paisajes más bonitos de la Toscana, en la zona del Val d'Orcia.




Pisa

No íbamos a ir, ya que ya habíamos estado cuando visitamos hace años Florencia, pero nos pillaba de paso, y decidimos dar un paseo rápido. Aquí hay que destacar la Piazza dei Miracoli, donde se encuentra la Catedral, el Baptisterio, el cementerio Monumental y, como no, la Torre inclinada. 



De la plaza sale el Borgo stretto, que es la zona donde se encuentran los restaurantes y principales comercios de la ciudad. Aquí sólo puedes dejar el coche en zona azul, pero al llegar a última hora de la tarde, no tuvimos que pagar. 


Montalcino

No es que no nos pareciera un pueblo bonito, al contrario. Pero cuando llevas tantos y tantos vistos en poco tiempo, te puede llegar a parecer "más de lo mismo". Es verdad que es uno de los pueblos con mejores vistas de todo el viaje. Aunque no lo probamos, es famoso por sus vinos. Como edificio destacaría la Fortezza, una especie de castillo situado en el punto más alto.



 Aparcamos en una zona donde no funcionaba el parquimetro. 


Anghiari

Otro de esos pueblos alejados del turismo, que conservan toda su esencia. No destaco ningún sitio en concreto. Es como Sorano, donde  el conjunto de todo el núcleo histórico, es con lo que hay que quedarse.



 Hay un aparcamiento público gratuito bastante grande. Desde aquí puedes coger un ascensor que te lleva a las principales calles del pueblo.


Arezzo

Este es otro de los lugares Top del recorrido. Como no podía ser de otra manera, prepárate para subidas pronunciadas...que a la vuelta se convertirán en bajadas. Se hace muy ameno el paseo, porque desde la parte baja de la ciudad ya estás viendo cosas (palacios, casas señoriales, restaurantes, tiendas...). 

Como curiosidad, mencionar que aquí se grabaron varias escenas de "La vida es bella". En algunas paredes hay carteles que hacen referencia.

Uno de los espacios más bonitos es la Piazza Grande, que alberga auténticas joyas arquitectónicas (palacio de la logia, palacio de la fraternidad de los laicos, parroquia de Santa Maria Asunta...)




Si seguimos el camino hacia arriba, nos encontraremos un lugar perfecto para hacer un descanso, a la vez que disfrutas de unas buenas vistas de la ciudad; el passeggio del prato.



Es también por la zona alta que se ubica la catedral de Santi Pietro e Donato.

Un buen lugar de aparcamiento (gratis) son los alrededores del parque "Sandro Pertini", muy cerca del casco histórico.


Cortona 

Principalmente es también una calle la que tiene más interés. El edificio más representativo es el ayuntamiento, con su torre del reloj. Algo que recomiendo cuando hayas acabado la visita, es que vuelvas a coger el coche, que por cierto, lo pudimos dejar en un aparcamiento público gratuito a la entrada de la ciudad, y dirigirte a la parte más alta, por una carretera que bordea la muralla. Te encontrarás la Basílica de Santa Margarita. Se puede visitar libremente. 



Desde aquí hay unas buenas vistas. 

Ya dirigiéndote a las afueras, puedes ver el santuario de Santa Maria della grazie. No entramos. Paramos lo justo para hacer un par de fotos y continuar nuestro camino.

Y esto fue, todo lo resumido que he podido, nuestro viaje a la Toscana. En esta ocasión la parte runner quedó aparcada. Igualmente no hay prácticamente lugares para correr, ya que los pueblos son pequeños, y las carreteras estrechas y sin arcén.

Lo que si pudimos hacer es disfrutar de la gastronomía. No dejar de probar las mil maneras en que hacen la pasta, las pizzas, los helados y los vinos de la zona.




jueves, 16 de junio de 2022

Maratón de Milán

 Después de unos 4 meses desde mi último maratón, tocaba ponerse otra vez el "traje de faena" para correr por esas calles de Milán, que tanto se habían hecho esperar.

Ese maratón era especial por diferentes razones:

- Se había anulado en el año 2020 y 2021 a causa del Covid y por fin, después de dos años, se podía celebrar la prueba.

- Iba a ser el último maratón en el que había hecho un entrenamiento específico para bajar de las 3 horas.

- Podía estar en una ciudad, en la que ya había estado de paso años atrás, pero que no había tenido tiempo a visitar. 

La llegada a la ciudad fue el sábado por la mañana, en un día frío, pero soleado y sin viento. Ideal para correr. Después de recoger el dorsal, una buena dosis de pasta, en el paraíso de los hidratos de carbono, y un paseo por una de las pocas atracciones turísticas de la ciudad: la zona centro, con la catedral y la Galleria Vittorio Emanuele II.


La catedral es espectacular por fuera y por dentro, y tiene varias modalidades de entrada. Nosotros nos limitamos a ver la nave principal. 



Una vez fuera, un breve paseo por las galerías de Vittorio Emanuele para admirar sus tiendas de lujo, y un rato a descansar al hotel.


 Por la noche, otro buen plato de pasta, y a dormir pronto, para afrontar los 42'195 km del día siguiente, lo más descansados posible.


Por la mañana temprano, después de desayunar, nos dirigimos a la salida. Hay que decir que a nivel de organización, una de la mejores maratones en las que he participado, con mucho espacio para dejar la ropa, vestuario, espacio para cambiarse, para calentar, cajones de salida...



Y por fin empieza la carrera. En mi cabeza sabía que los entrenos no habían salido para bajar de las 3h, pero había que intentarlo. Los primeros km transcurrieron sin dificultad, al ritmo previsto de 4'10" y con Paco que se había ido hacia delante. Aproximadamente en el km 13 pude alcanzarlo. Él ya había bajado un poco el ritmo. Yo seguía a lo mío. Cada km que pasó a partir de entonces costaba más que el anterior. Al paso de la media maratón, con un tiempo de 1h30'00", y con las liebres de sub 3h que me acababan de pasar, fui consciente de que ese tampoco iba a ser el día para bajar de las 3h. A partir de ahí empezó otra carrera para mí. Me olvidé del GPS y me limité a disfrutar de la carrera, todo lo que se puede disfrutar cuando estás corriendo 42 km. El tiempo iba pasando y yo cada vez iba más lento, pero eso ya no importaba. Pasado el km 36 me adelantaron las liebres de 3h10'. Cada vez costaba más llevar un ritmo decente, pero mirando el reloj, sabía que por lo menos bajaría de 3h 15'. Y así fue, sin mas historia, sorteando alguna sorpresa más en forma de cuesta o adoquines, que crucé el arco de meta en 3h 13'46".



Después de la carrera, una buena comida en la zona centro, y como las "patitas" respondían, un poco más de turismo. Primero al cementerio monumental, digno de ver, y en el que puedes estar perfectamente 1h o más. 



A continuación, en un paseo de media hora, llegas al castillo Sforzesco, una fortaleza construida en el parque Sempione. Nos limitamos a cruzarla, ya que no íbamos muy bien de tiempo. 



Y eso fue todo. Ya con el tiempo justo, de vuelta al hotel a recoger el equipaje, y al aeropuerto que está aproximadamente a una hora en autocar desde el centro. De todas maneras, no hay mucho más por ver en la ciudad.

Ya han pasado dos meses desde la carrera, y el planteamiento que había hecho antes de la prueba, lo mantengo a día de hoy. Se acabó lo de intentar bajar mis mejores marcas en todas las distancias. Ese ya no será un objetivo. A partir de ahora (desde abril) seguiré entrenando a tope, pero sin seguir un plan de entreno rígido. En las carreras iré lo más rápido que pueda en ese momento, pero sin presión. Si un día no me apetece, pues no saldré a entrenar. Si me encuentro bien, pues iré más rápido...y todavía quedan muchos km por recorrer, muchas carreras para disfrutar y muchos lugares por descubrir!!!