domingo, 27 de julio de 2025

Bali: entre volcanes, templos y mil motos

Cuando empezamos a planear este viaje a Bali, la cosa no pintaba del todo clara. Entre la erupción de un par de volcanes por la zona (que ya solo el nombre “volcán activo” impone) y la tensión internacional por el conflicto entre Israel e Irán, parecía que los planetas no estaban alineados para unas vacaciones tranquilas. Pero al final, nos lanzamos… ¡y qué suerte que lo hicimos!

Después de más de 20 horas de avión entre tránsitos, vuelos y esperas, por fin llegamos a este pequeño paraíso.

Para llegar a nuestro alojamiento habíamos contratado el traslado. También llevábamos algo de dinero en efectivo "por si acaso", y la tarjeta Revolut, con comisiones más bajas. 

Bienvenidos a la isla de las sonrisas

Desde el primer día, lo que más nos impactó fue la amabilidad de la gente. Toda la gente, en todas partes, siempre con una sonrisa y dispuesta a ayudarte. Aunque no todo el mundo habla inglés fluido, nos entendemos con gestos...y con el traductor de Google. Aprenderte alguna palabra de balinés, siempre viene bien. Les hace gracia que te esfuerces en decir "buenos días" o "dar las gracias" en su idioma.

La comida deliciosa, variada y muy, muy barata. Eso sí, prepárate para sudar un poco: lo del picante se lo toman en serio (aunque siempre puedes pedirlo “no spicy”, y suelen entenderlo).

Consejos y paradas top

El viaje lo dividimos en dos bases: Ubud (6 días), el corazón cultural y verde de la isla, y Nusa Dua (otros 6 días), para relax total y actividades acuáticas.

Ubud fue nuestro centro de operaciones para explorar templos, arrozales y cascadas. Visitamos el bosque de los monos (ojo con tus gafas o gorros, ¡los monos son unos profesionales del robo! ),

 los arrozales (en nuestro caso fuimos a unos más locales y nos explicaron el proceso de recogida del arroz),

También fuimos a las cascadas de Nung Nung, que son espectaculares, aunque prepárate para sudar bajando y subiendo esos 500 escalones, más o menos.

Un lugar curioso fue Goa Lawah, la famosa cueva de los murciélagos. Impresiona verlos ahí, colgados, mientras rezan al lado.


 También pasamos por Tirta Gangga (el llamado Palacio del Agua), superinstagrameable,


 y el imponente Pura Lempuyang, con sus puertas al cielo (aquí se hacen colas de más de 3 h para hacerse una foto, pero gracias a nuestro guía, la espera se redujo a 5 minutos, ya que otro guía le cedió un número más bajo). 

No podía faltar el Templo Madre de Besakih, el más importante de Bali, 

y una parada en el Mercado de Gianyar, ideal para probar comida local de verdad. Nosotros compramos unas galletas.  Ah, y no te pierdas el bosque de bambú y el pueblo de Penglipuran, súper tradicional y bonito.

 Todo precioso, aunque los trayectos son largos y con muuuuchas motos. Consejo: ármate de paciencia y si puedes, contrata un conductor local, o excursiones donde te facilitan todo. Nosotros hicimos cuatro con Civitatis muy recomendables.

Ya en Nusa Dua, el plan cambió a modo “relax total”. La zona es más tranquila, con resorts, buenas playas y opciones para deportes acuáticos. Nos dimos masajes (¡una maravilla!), hicimos snorkel (contratamos un chófer que nos llevó a la laguna azul y 7 horas más tarde nos volvió a llevar al hotel. Es una actividad que puedes realizar por tu cuenta. En la misma playa puedes alquilar el equipo de Snorkel)

y hasta moto de agua, que conseguí regateando con un local (porque sí, en Bali se regatea casi en todos lados).


 También vimos una danza tradicional balinesa con la temática del bien contra el mal, cenamos frente al mar en Jimbarán (el pescado fresco allí es otro nivel), y visitamos lugares como el templo de Uluwatu, en lo alto de un acantilado, y con monos un poco más agresivos que los de Ubud. En este templo se hace también otro tipo de danza, pero los largos tiempos de espera nos hizo descartarla.

También nos dimos un baño en la famosa playa de Padang-Padang (llena de influencers haciéndose fotos).

Algunos tips prácticos

  • Barato: Comer por poco dinero es fácil. Optamos por hacerlo en lugares con un buen aspecto. Los alojamientos también tienen muy buena relación calidad-precio.

  • Efectivo, por favor: Aunque hay cajeros y se acepta tarjeta en muchos sitios, en algunos templos o mercadillos necesitas cash.

  • Moverse lleva tiempo: Las distancias parecen cortas en el mapa, pero el tráfico y las motos lo complican. Paciencia y buen humor.

¿Y qué nos faltó?

Nos quedó bastante por explorar, como las islas Gili, Nusa Penida, o el norte de Bali, que es más salvaje y menos turístico. Pero como todo en esta vida, mejor dejarse algo para la próxima.

Conclusión: Bali nos sorprendió, nos enamoró y nos dio mucho más de lo que esperábamos. Volvemos con la maleta llena de recuerdos y  la barriga contenta.

Por cierto, han sido también dos semanas de descanso "runner". El intenso tráfico y el estado de las aceras y carreteras, tampoco lo hacen un lugar ideal para correr.