lunes, 21 de octubre de 2013

Egipto, tierra de faraones

La primera vez que cogí un avión fue para ir a Egipto. Descendiendo por las escaleras del aparato supe que aquel viaje iba a ser algo diferente. El aire caliente de agosto y ese olor a especias vinieron a recibirnos al aeropuerto de Luxor. Después de una caótica entrada, con el control de pasaportes y la recogida de maletas, llegamos al autocar que nos transportaba al barco en el que íbamos a iniciar el crucero de cuatro días por el Nilo. Por el camino comprobé que era posible circular de noche con las luces del autocar apagadas (nos alumbraban las luces de la carretera) y que tres coches caben sin problemas en dos carriles. Auténticos Kamikazes.
Los días de crucero fueron estupendos. Íbamos de pueblo en pueblo visitando esas maravillas que la cultura Egipcia nos ha dejado: templos, tumbas, monumentos... Es necesario armarse de paciencia ya que constantemente los lugareños van en busca de los turistas intentando vender sus productos, que por otro lado hay que decir que no eran caros (por ejemplo, 8 puntos de libro por 1 e). Cuando se enteraban que eras español empezaban a recitarte la plantilla de tu equipo de fútbol o a decir la frase "Más barato que en Andorra". Se las saben todas. Cuando queríamos comprar algo, el regateo resultaba ineludible. Hay una especie de regla no escrita. Del precio que te dicen al principio, puedes intentar rebajarlo hasta casi el 50%.


Después del crucero pasamos tres días en el Cairo viendo mezquitas, las pirámides, el museo Nacional... 
En este tipo de viajes organizados los guías intentan hacer negocio y debemos seleccionar bien lo que queremos hacer. De las excursiones opcionales que te ofrecen cogimos la de Abbu Simbel, visita obligada con avería de autocar a la vuelta incluida y el espectáculo de las pirámides de noche, bonito pero prescindible.

El último día en El Cairo nos ofrecieron una excursión de 50 e por persona por la ciudad. Nosotros, que éramos cuatro, optamos por "alquilar" un taxi de 9h a 15h. El taxista, que hablaba inglés, nos pidió 5 euros a cada uno y aceptamos sin pensarlo. Él nos dejaba en los principales atractivos turísticos de la ciudad y después nos recogía y nos llevaba a otro. Imprescindible coger los taxis en los hoteles para que no te engañen.
Por último decir que es conveniente llevar suero oral y beber solamente agua embotellada. Aún así tres de los cuatro que fuimos, volvimos con dolores de estómago.
Ya han pasado muchos años y debido a la situación en el país seguramente muchas cosas han cambiado. Espero que todo vuelva pronto a la normalidad.

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