domingo, 29 de junio de 2025

Dublín: Ciervos, cervezas y mucha lluvia.

Nuestra escapada a Dublín fue una de esas experiencias que se te quedan grabadas por lo variada que resulta. Entre alguna que otra "pinta", ciervos paseando  y excursiones que nos sacaron del país sin darnos cuenta. La ciudad nos sorprendió más de lo que esperábamos.


Lo que no te puedes perder (aunque no entres)

Sí, fuimos a la famosa fábrica Guinness… pero solo la vimos por fuera. ¿Por qué? Pues porque la entrada es muy cara y no somos tan fans como para eso, y además Dublín tiene mucho por visitar, así que  preferimos seguir explorando. Aun así, el edificio está bien y la zona industrial tiene su punto.

Como parada obligatoria, Temple Bar, el icono de todos los bares irlandeses. Lo visitamos, sacamos la foto de rigor, pero spoiler: no tomamos nada. Estaba hasta los topes. Consejo: si te apetece la foto, mejor ir a primera hora del día (sin gente), y si buscas ambiente más tranquilo para tomarte una pinta, hay mil bares menos turísticos. De hecho, toda la zona se llama Temple Bar. Está llena de pubs para beber o incluso comer algo. Eso sí, a precios "de Dublín", es decir, caros.

Ya que estábamos, también nos pasamos por algunos de los sitios “más de postal”, que la verdad, merecen mucho la pena:

Catedral de San Patricio: impresionante por fuera. No entramos porque estaba cerrada el día que fuimos. Eso sí, hay un jardincito alrededor perfecto para descansar un rato.


Christ Church Cathedral: otra catedral, sí, pero distinta. Tiene una cripta subterránea bastante curiosa y una historia larguísima detrás.Si te va la arquitectura medieval, no te la pierdas.


Trinity College y el Libro de Kells: el campus es precioso para pasear aunque no entres a ver la biblioteca (no entramos porque estaban de reformas y apenas se podía visitar una pequeña parte). Si no, al menos date una vuelta por los jardines.

Grafton Street: ideal para ver artistas callejeros, tiendas y el ambiente dublinés más animado. Aquí siempre hay algo pasando, desde un violinista a un mimo disfrazado de vikingo.
Molly Malone: la estatua más famosa de Dublín. La reconocerás enseguida por la canción y porque todo el mundo le está tocando el pecho (es como una especie de ritual turístico que por lo visto, en la actualidad, no hace mucha gracia ).


Phoenix Park y sus habitantes inesperados: Una de las cosas más surrealistas fue ver ciervos en medio del Phoenix Park. Vas pensando que es “solo” un parque (eso sí, enorme), y de repente te topas con un grupo de ciervos resguardados de la lluvia como si estuvieran en casa, porque básicamente…lo están. Recomendación: observa, haz fotos, pero no te acerques mucho ¡que no son perros!


Excursiones que valen totalmente la pena

Una de las mejores decisiones fue hacer excursiones con Civitatis. Reservamos dos tours de día completo que nos dejaron sin palabras.

Belfast y la Calzada del Gigante

Primero, nos fuimos a Belfast (sí, ¡otro país en el mismo viaje!) y luego a la Calzada del Gigante, que parece sacada de un videojuego o una peli de fantasía. Todo lleno de columnas de piedra tan perfectamente alineadas que cuesta creer que sea natural.

En Belfast primero nos hicieron una ruta panorámica en autocar, por la zona de murales, las principales zonas de conflicto del pasado, los astilleros donde se construyó el Titánic... Ya con tiempo libre dimos una vuelta para ver los monumentos más emblemáticos de la zona. Recomiendo ver el City Hall. 


Como todavía disponíamos de algo de tiempo aprovechamos para tomar la famosa Guiness en uno de los pubs más bonitos y conocidos de la ciudad, el Crown Liquor Saloon.  Unos locales se nos acercaron y, para nuestra sorpresa, ¡nos hablaron en español! Súper amables, súper simpáticos y un buen recordatorio de que los irlandeses tienen fama de hospitalarios por algo. 


Como "lado oscuro" os dejo un enlace con una explicación breve del conflicto que hubo (y que todavía se respira) en la zona durante décadas.


Cuando llegas a la Calzada del Gigante (Giant's Causeway), lo primero que piensas es: “¿Cómo es posible que esto sea natural?”. Son más de 40.000 columnas de piedra basáltica, perfectamente formadas, que encajan entre sí como si alguien las hubiera colocado a mano. Se formaron hace millones de años por una erupción volcánica, aunque la versión más divertida es la de la leyenda: un gigante irlandés llamado Finn construyó este camino para llegar hasta Escocia y pelearse con otro gigante. Al final, parece que hubo más susto que pelea, pero el camino quedó.

Pasear por encima de esas piedras es una experiencia única. Algunas son altas como taburetes, otras como escalones, y lo mejor es que puedes caminar sobre ellas libremente. Eso sí, si ha llovido (cosa que nos sucedió), ve con cuidado, que resbalan bastante. Y si puedes, ve con buen calzado y sin prisas, porque merece la pena quedarse un rato simplemente mirando el paisaje y escuchando las olas.


Acantilados de Moher y Galway

La segunda excursión fue a los impresionantes Acantilados de Moher y a Galway, una ciudad pequeñita pero llena de vida, con una calle principal muy bonita. La puedes ver en un par de horas.


 Lo de Moher fue increíble: viento, vistas de infarto, y un camino de poca distancia de ida y vuelta, que te hace detenerte cada 10 pasos para hacer una foto. Aprovechamos para comer allí, en una especie de gradas, el pícnic que llevábamos. Suerte que ese día no nos llovió. 


El tiempo en Dublín: llueve. Punto.

Dato importante para cualquier persona que se anime a visitar Dublín: llueve más de 280 días al año. Así que, por mucho que el cielo esté despejado por la mañana, lleva siempre una chaqueta impermeable o paraguas. Lo agradecerás. Lo bueno es que las lluvias suelen ser pasajeras, y justo después suele salir el sol. Otras veces... no.

Para los que no se saltan el cardio...

Si eres de los que mete las zapatillas de correr en la maleta, Dublín es perfecto para runners. Algunos sitios ideales:

  • Phoenix Park: además de grande, el aire es súper limpio, y correr entre ciervos tiene su encanto.

  • St. Stephen’s Green: más céntrico, con un ambiente más urbano pero muy verde. Eso sí, si te gusta hacer muchos km darás más vueltas que un hamster, ya que es relativamente pequeño.

  • Lado del río Liffey: ideal si te gusta trotar con vistas y ver cómo se despierta la ciudad.

  • Grand Canal Dock: una zona más moderna, perfecta para una carrera tranquila con vistas al agua.

Conclusión: Dublín es una ciudad muy viva,  un poco de caos, y ese encanto que mezcla lo moderno con lo tradicional. Aunque no entres a todas las atracciones ni tomes todas las pintas que te gustaría, es imposible no disfrutarla. Y si encima te lanzas a explorar un poco más allá, Irlanda te regala paisajes que no se te olvidarán jamás.

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